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25.11.08
Por Gudrun Gadegaard Pedersen
International Peace Observatory
La búsqueda del oro colombiano siempre ha conllevado un derrame de sangre. Anteriormente era el mito de El Dorado, el que impulsaba a los conquistadores. El mito surgió del encuentro de un conquistador con los indígenas Muisca de Colombia quienes tenían un ritual que consistía en cubrir a su rey de oro molido. Las noticias se difundieron rápido, y una gota se convirtió en un río. De repente el mito creció, y se especulaba que el rey también era dueño de una ciudad de oro, algo de lo que los conquistadores naturalmente querían apoderarse. Pero muchas de las expediciones no tuvieron éxito. Los conquistadores nunca encontraron la ciudad de oro. En cambio abrieron tanto minas de oro como de plata donde obligaron a indígenas y africanos a trabajar como esclavos. A finales del siglo XVII el 80 % de la población indígena americana había sido masacrada (según las estimaciones más cautas) a consecuencia de las guerras conquistadoras, el trabajo forzado y las nuevas enfermedades traídas por los europeos.
Pero la búsqueda del oro continúa hoy día en Colombia, y todavía tiene consecuencias sangrientas. El 19 al 21 de septiembre, IPO acompañó al Foro de los Pueblos frente a las Multinacionales Mineras y Energéticas donde se trató las consecuencias de las actividades de las empresas mineras para los mineros, indígenas, afrocolombianos y campesinos. En el foro, un representante del sindicato minero Sintralminergética dijo:
”Hace 500 años los conquistadores vinieron y nos robaron las riquezas de las minas. Es lo mismo que pasa hoy. Solo que hoy vienen como empresas multinacionales. Existe una palabra para este proceso y se llama neocolonización.”
El foro tuvo lugar en territorio indígena en la comunidad de Sipirra, parte del Resguardo Indígena Cañamomo Lomaprieta, cerca de Riosucio, Caldas. El resguardo ha sido reconocido como tal desde tiempos coloniales. Tiene sus propias autoridades, sus proyectos de educación y salud, y su propia guardia indígena. La guardía tenía la responsabilidad de la seguridad del foro. Actuaron sin armas, pero con autoridad moral.
Los indígenas de Cañamomo Lomaprieta habían convocado el foro por razones muy concretas: La empresa minera Sociedad Kedahda S.A., subcontractor de AngloGold Ashanti con sede en Sudafrica, había obtenido concesiones en su territorio, y en marzo y abril la empresa empezó hacer sobrevuelos con el objetivo de georeferenciar el potencial minero en el resguardo… acompañada por la fuerza pública.
Nadie preguntó a los indígenas si realmente querían que la empresa abriera minas en su territorio. No se ha llevado una consulta previa donde los indígenas pudieran expresar sus opiniones libremente y con la adecuada información, como prescribe la nueva Declaración de las Naciones Unidas sobre los derechos de los pueblos indígenas (de hecho, Colombia no ratificó la declaración; se abstuvo). Tal vez porque se sabía bien que respuesta iban a dar a cualquier consulta. Porque los indígenas no quieren minería en su tierra. Primero que todo porque viola su autodeterminación y posibilidad de vigilar su propio territorio, pero también porque temen la destrucción ecológica, problemas de salud y el desplazamiento de la populación local, problemas que la minería industrial muchas veces conlleva.
Los indígenas de Cañamomo Lomaprieta temen que la resistencia en contra de la empresa minera tenga consecuencias sangrientas. En el foro se pudieron escuchar varios testimonios sobre como la llegada de las empresas mineras muchas veces coincide con un aumento de ejecuciones extrajudiciales a opositores de las exploraciones, amenazas de muerte, desplazamientos de la populación, y otras violaciones graves a los derechos humanos.
Se mencionó el caso de Alejandro Uribe Chacón, ejecutado el 19 de septiembre 2006 por el Batallón Antiaéreo Nueva Granada del Ejército. El Ejército lo acusó de guerrillero, pero la verdad es que pertenecía a la Junta Directiva de la Asociación de Mineros del Bolívar y que era el presidente de la Junta de Acción Comunal de Mina Gallo. La empresa Kedahda tiene intereses en la región, y la asociación de Alejandro Uribe se opuso a su presencia. Opinaban que la llegada de la Kedahda a la región llevaría a la desaparición de la minería artesanal.
Durante el año de 2006 recibieron varias amenazas de muerte del mismo batallón que posteriormente mató a Alejandro Uribe, el ejército quemó varias casas de miembros de la asociación, y soldados contaron a campesinos de la región que sus operaciones militares tenían como fin la protección de las empresas mineras multinacionales. Poco después de la muerte de Alejandro Uribe, la Kedahda empezó las exploraciones. Hasta hoy, las autoridades competentes colombianas no han ni investigado las circunstancias del asesinato de Alejandro Uribe, ni la responsabilidad de la Kedahda, ni han castigado a los culpables.
Alejandro Mantilla del Centro de Cooperación al Indígena dio una presentación en el foro donde mencionó algunas cifras ilustrando la relación entre las actividades de las empresas mineras y las violaciones a la populación local: La Kedahda ha solicitado concesiones en 336 municipios colombianos. En el 99,9 % de estos municipios han habido desplazamientos forzados, y más de 6.000 personas han sido desplazadas de estos municipios. En el 70 % de los municipios donde tiene intereses la Kedahda, se han registrado casos de tortura y ejecuciones extrajudiciales.
Sociedad Kedahda S.A. es una subcontrata de AngloGold Ashanti, empresa en Congo, Ghana y Sudafrica ha sido vinculado con grupos paramilitares, asesinatos, tortura y desplazamientos forzados. En Congo en 2003, AngloGold Ashanti dio apoyo económico y logístico a un grupo armado local y a cambio les dieron permiso para hacer exploraciones en la región. Este grupo armado ha asesinado, violado y robado a miles de civiles. Exterminaron a varias comunidades y miles de personas tuvieron que huir. Esto fue documentado por Human Rights Watch en un informe de 2005.
Hay una cita famosa del Barón Nathan de Rothschild, miembro de la poderosa familia banquera Rothschild, que dice: Cuando la sangre corre brota por las calles, es tiempo de comprar propiedades. Es exactamente lo que pasa en Colombia. La propiedad y especialmente los recursos naturales cambian de dueño en todos lados.
El desplazamiento de los campesinos por parte de los paramilitares abre la posibilidad de que grandes terratenientes y empresas multinacionales pueden apoderarse de la tierra y de esta manera privatizar los recursos naturales que anteriormente eran propiedad común de los campesinos.
Por eso es especialmente preocupante que dos indígenas del Resguardo Nuestra Señora de la Candelaria de la Montaña, vecinos de Cañamomo Lomaprieta, fueron asesinados por el grupo paramilitar Aguilas Negras el 6 de octubre 2008, y una persona fue gravemente herida. Días previos a la masacre circularon panfletos con más de 60 nombres de personas amenazadas de muerte por este grupo paramilitar.
El día antes de la masacre, las autoridades indígenas denunciaron la presencia en la región de hombres armados, vestidos de negro y con brazaletes de las Águilas Negras que impidieron el libre desplazamiento del transporte público por la tarde.
Cuando la población harta de la violencia y el terror de los paramilitares, se ve forzada a huir, y entonces las empresas pueden tranquilamente empezar las exploraciones.
Para que los indígenas de Cañamomo Lomaprieta puedan escapar de este destino, se requieren según Alejandro Mantilla, dos cosas: una buena organización y que se logre “hacer ruido” tanto en la prensa nacional como internacional.
Gracias a esta estratégia los indígenas U’wa de Arauca lograron impedir la explotación de petróleo en su territorio. En 2002, Occidental Petroleum dejó el territorio de los U’wa después de haber sido condenados tanto en la prensa colombiana como internacional. Además, los U’wa se negaron a hacer concesiones a la empresa porque no querían negociar su tierra. Temían que la empresa y el gobierno uribista iban a zafarse de los compromisos, y que iban a quedarse sin tierra.
Los indígenas de Cañamomo Lomaprieta habían convocado el foro justamente para aprender de experiencias como la de los U’wa. Ahora están organizando al pueblo indígena para empezar la lucha de la defensa del territorio, y trabajan duro para crear redes nacionales e internacionales que pueden llamar la atención sobre las violaciones de sus derechos y así presionar a la Kedahda y AngloGold Ashanti a respetar el derecho de autodeterminación de los pueblos indígenas.