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Del clientelismo a la mafia.

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22.09.05

Por Mauricio Vargas.

A pesar de que Cartagena fue declarada por la Unesco como Patrimonio de la Humanidad, la verdad es que cada vez más la ciudad amurallada es patrimonio de políticos y contratistas corruptos. Esta situación, que lleva muchos años, y que de por sí ha sido catastrófica para el desarrollo infraestructural y social de la capital de Bolívar, se ha deteriorado de manera significativa durante el nuevo siglo hasta confirmar, de modo categórico, el viejo concepto según el cual toda situación por mala que sea es susceptible de empeorar.

Desde fines de los años 70, Cartagena cayó en manos de unas pocas familias políticas que utilizaron la repartición de puestos para perpetuar su dominio electoral, y la asignación de contratos para enriquecerse y enriquecer a contratistas amigos. Ese triste escenario se tornó dramático cuando algunos beneficiarios de los contratos de obra, las licencias para los juegos de azar, el cobro de impuestos y el manejo de los dineros de la salud impusieron un ambiente de terror al dejar en claro que quien ose denunciarlos, puede terminar en el cementerio.

De hecho, a algunos ya les pasó. Es el caso del líder cívico de la zona de Pasacaballos, Ibonel Cortina, asesinado tras oponerse al relleno sanitario que opera en esa zona una empresa de Alfonso El Turco Hilsaca, contratista, prestamista y financiador de políticos, considerado por muchos en Cartagena como el poder detrás del trono del alcalde, Alberto Barboza. Hilsaca era un obrero de Ecopetrol, militante de la Juventud Comunista, quien hace años se convirtió en Magangué en protegido de Enilse López, La Gata, la temida reina del chance en Bolívar y otras regiones.

¿Y la Fiscalía? Dicen que la seccional en Cartagena ha sido cooptada por los hampones.

De Magangué, Hilsaca migró a Cartagena bajo los auspicios de la familia Espinosa Facio-Lince, una de las castas políticas del departamento que, al lado de los García, los Curi y los Vargas, tiene a la ciudad donde está. Allí su fortuna creció de modo descomunal. Financió la campaña de Barboza, y hoy opera cerca de 30.000 millones de pesos en contratos locales. Muchos lo señalan como el padrino del presidente del consejo, Amaury Martelo Vechio. Una empresa de Hilsaca les ha prestado millonarias sumas a varios concejales y al ex congresista Álvaro Benedetti.

Al igual que sucede con La Gata, vinculada en informes de las autoridades con los paramilitares, Hilsaca es objeto de similares acusaciones. El miércoles 14 en declaraciones a La W, él mismo reconoció que autoridades estadounidenses le negaron la entrada a ese país semanas atrás, y le dijeron que lo hacían “por sus vínculos con el paramilitarismo”.

Otras fuentes en Washington hablan de sospechas de su relación con el narcotráfico. Se refieren a un cargamento de 400 kilos de cocaína, descubierto en un contenedor de Curtiembres Matteucci, empresa que algunos cartageneros vinculan con el concejal Martelo y con el propio Hilsaca, algo que éste niega, consciente de que este tipo de señalamientos ya no habla de clientelismo, sino de mafia. “La gente aquí sabe bien cuando alguien coronó un cargamento o un contrato, porque enseguida arranca a construirse un lujoso apartamento en Bocagrande o Castillogrande”, me dijo un amigo cartagenero.

Constructores que financian políticos, y luego se ganan contratos, gigantescas fortunas amasadas de la noche a la mañana, contenedores con cocaína, paramilitares, asesinatos, un cóctel explosivo mientras el 70% de los cartageneros muere de hambre. ¿Y donde está la Fiscalía? Los enterados dicen que la dirección seccional del ente acusador ha sido cooptada por los hampones, lo que explica la total impunidad con que actúan. Confiemos en que el nuevo fiscal, Mario Iguarán, haga cambios para cortar de un tajo cualquier connivencia y le dé así a Cartagena la mano que necesita con urgencia.

En: Revista Cambio (21.09.05)
Ver: http://www.revistacambio.com/html/columnistas/mauricio_vargas/articulos/3945/

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