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Desesperados…por el cambio climático

13.12.08

Por Cecilia Tamplenizza – International Peace Observatory

Ocaña, 4 de Diciembre, por fin llegamos al lugar donde se celebra la Audiencia ciudadana por la verdad del Catatumbo. Digo por fin porque el viaje desde el interior de la región hasta la ciudad no ha sido de lo más acogedor. La Audiencia es parte de un ciclo que el Movimiento de Víctimas de Crímenes de Estado (MOVICE) que ha sido organizado junto a diferentes comunidades y organizaciones sociales. En Ocaña la organizción se llevó conjuntamente con la Asociacion Campesina del Catatumbo (ASCAMCAT) y el Comité de Integración Social del Catatumbo (CISCA). En esa ocasión confirmaron la presencia el Senador Alexander López Maya Presidente de la Comisión de Derechos Humanos y Paz del Senado de la República y Germán Reyes, Presidente de la Comisión de Derechos Humanos de la Cámara de Representantes. El objetivo de las Audiencias, después de un llamado de la Comisión de Derechos Humanos y Audiencias del Senado de la República del 24 de Febrero de 2007, es buscar caminos alternativos para la construcción de processos de Verdad, Justicia y Reparación, escuchando la voz de víctimas y organizaciones sociales sobre los atroces crímenes cometidos por grupos paramilitares. Así, se trata de frenar la impunidad de los crímenes llevados a cabo por esos grupos armados ílegales y rescatar las denuncias hechas por sus víctimas que hace años están depositadas en fiscalía y tribunales nacionales sin resolución alguna.

Una vez más, IPO ha acompañado a las comunidades campesinas del Catatumbo en la salida de sus casas hasta la Audiencia, desde cinco puntos distintos de la región. Antes de llegar a Ocaña ya sabíamos que no todos los grupos habían llegado a Ocaña por las condiciones metereológicas. El verano reservó para esos días avalanchas e inundaciones en muchos lugares del país y del Catatumbo, con consecuentes cortes de carreteras y pasos cerrados. En San Pablo, donde nos reunimos con las comunidades, llegaron las primeras noticias de que muchas personas no alcanzarían a la caravana, la vía entre El Tarra y San Pablo estaba cortada en tres puntos y todas las personas que iban a venir desde esa parte no pudieron llegar. Ya nos habían alcanzado algunas personas desde La Trinidad que tuvieron que recorrer trochas llenas de lodo y senderos alternativos a la vía principal debido al mal estado de la carretera. A través de ellos llegaron las primeras informaciones de que una avalancha había destruido la vereda de La Trinidad, que todas las vías de comunicación estaban cortadas y que además el río había inundado otra zona de la vereda desbordándose. Una compañera de IPO también quedó atrapada encontrándose en La Trinidad para llevar a cabo el acomañamiento a la Audiencia. Pasaron algunas horas en la incertidumbre de no conocer los reales daños causados por el río y la avalancha, sumando las preocupaciones de los habitantes de la vereda que estaban con nosotros por sus casas y familias. Gracias a diferentes llamadas supimos que no había muertos ni heridos graves y la tensión se bajó. A lo largo del día desde veredas vecinas se sumaron otros campesinos y supimos que también desde la vereda de Guamalito la salida había sido complicada por cortes de la carretera. Así mismo la carretera de El Tarra hasta San Pablo, pasando por Aserrío estaba cortada en tres puntos. El día después salimos hacia Ocaña en un autobús completo. En dos ocasiones los campesinos tuvieron que sacar el machete y sacar árboles tumbados en medio a la carretera y dos veces remover piedras del medio del camino. Pero como dicen ellos, con la fuerza de todos eso se soluciona rápido y llegamos a la meta.

En la fila para pasar la requisa y poder entrar en al espacio de la Audiencia una mujer, que tomo como ejemplo pero cuyo comportamiento se ha parecido al de otros, sin decir nada sin mirar a nadie cruzó la entrada a la audiencia con extrema decisión. El policía encargado de la requisa le toqueteó la espalda preguntándole algo y la mujer en respuesta le rechazó la mano diciéndole “¡a mí me respetas, eh! ¡A mí no me faltas el respeto de esta manera!” El policía turbado por la fuerza con la cual las palabras salieron de la boca de la mujer, sin decir nada, bajó la cabeza y siguió con las requisas. Me quedé pensando en el sentido de su afirmación. La filla, la requisa, el tiempo pasado esperando estaban faltando el respeto de toda la gente que estaba allí. Entonces, existe gente a la cual se puede faltar el respeto o tal vez hay gente a la cual ni se le tiene en consideración el respeto, gente que todos los días está acostumbrada a pasar por requisas; que lo primero que hace al ver un retén o un policía a la entrada de un lugar es levantar los brazos y darse la vuelta. Quién está faltando el respeto de quién. En las requisas muchas veces hay falta de respeto y abusos pero en ese caso me estaría refiriendo a lugares donde esas son constantes debido a los objetivos militares y a la necesidad de los soldados de conseguir “positivos” para obtener mejoras en el puesto de trabajo. En ese sentido, Colombia es el país de las requisas. Pero esa mujer, con tan alta opinión de sí, colándose una fila muy larga sin decir nada ni mirar a nadie, en un día donde l*s campesin*s son l*s protagonistas me dejó pensando hasta que me junté con uno de mis compañeros.

Al parecer los otros no habían llegado. Unas cuatrocientas personas que venían del lado de Cúcuta se encontraban parados desde toda la noche en un trancón debido otra vez al mal genio del verano o al cambio climático como muchos opinan ya que solo hace dos años que en diciembre se viven estos episodios de catástrofes naturales.

Una vez adentro pudimos apreciar el escenario de la Audiencia: en el centro las personalidades públicas, a la izquierda la mesa para recoger denuncias y a la derecha una mesa con los nuevos altos mandos del Ejército Nacional de Colombia que remplazaron a las recientes destituciones consecuencia de los falsos positivos de los jóvenes de Soacha encontrados en fosas comunes en Ocaña. En el escenario central ví a la mujer de la entrada y al poco empezó la Audiencia. Será qué todos entienden las razones por las cuales tant*s campesin*s han llegado hasta aquí a pesar de los graves problemas causados por el clima. Observo las caras cansadas de las mujeres que guardando un poco de esperanza aplauden a los discursos de presentación aguantando a sus hijos entre sus piernas. Para much*s campesin*s es un día muy importante, no porque sea la primera vez que denuncien las masacres y la violencia que sufrieron en los últimos diez años, sino porque tienen la oportunidad de decirlo a la cara de representantes del gobierno y de las Fuerzas Armadas (FFAA). Detrás de la mesa de denuncias hay una larga fila de sillas donde las víctimas esperan sin prisa su turno. Una sola voz entre tantas personas la de las víctimas y de las horribles historias de sus declaraciones. En la mesa de los representantes del ejército todos toman apuntes juiciosamente levantando de vez en cuando la cabeza, mientras desde el escenario cada cinco minutos se escucha una historia diferente, hasta las cinco de la tarde.

En su presentación Eduardo Campino, representante del MOVICE hizo una interesante reflexión: no existe un Estado víctima. Hay crímenes de Estado y crímenes de guerra y los dos son trágicos y terribles. La Audiencia quiere hablar de los crímenes de Estado por la simple razón de que quienes la organizaron trabajan con y para esas víctimas sin, con eso, querer desvalorar la atrocidad de los crímenes de guerra. Hay un lugar y un momento para cada asunto. En eso pensé cuando una mujer uniformada del ejército dejó su mesa y su trabajo amanuense para dirigirse a un grupo de soldados inválidos que estaban asistiendo a la Audiencia, dando a dos de ellos consejos sobre cómo hacer declaraciones. Esos muchachos evidentemente son víctimas del Estado por haberles metido en esa guerra y pensé seguro van a declarar en contra de ello. Pero al subirse al escenario y al mostrar sus lesiones de guerra, sus hartos amputados y quemados entendí que la señora no les había instruido bien, y que como sugería Eduardo Campino, estaban confundidos de lugar. Sin que a nadie se le ocurriera decir nada al respecto se permitieron ofender a las víctimas campesinas presentes acusándoles de ser amigos de la guerrilla y de alegrarse cuando la insurgencia consigue hacer víctimas.

La cuestión no es valorar quien sufre mas, más allá de que el ejército constituye parte activa en el conflicto y l*s campesin*s viven en él sino reparar los daños sufridos por posible que sea, garantizar un cambio en la gestión del conflicto que respete el Derecho Internacional Humanitario (DIH) y los Derechos Humanos (DDHH) y hacer justicia para que no siga existiendo la enorme impunidad que hay hoy en día. Sólo en el Catatumbo entre junio y octubre 2008 el Ejército Colombiano ha ejecutado 68 campesinos presentados como guerrilleros dados de baja en combate y reconocidos por las comunidades como civiles.

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