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1.09.10
por Eric Schwartz – IPO
La campesina que cuenta su historia en el siguiente testimonio ha vivido todo lo terrible y lo maravilloso que tiene la región del Catatumbo, en el nororiente de Colombia. Ha sobrevivido la violencia de los paramilitares AUC, los atropellos cometidos por el Ejército Nacional, y la pobreza que sufre la región. Pero también ha visto crecer sus hijos en una tierra campesina que es suya, y se ha organizado con sus vecinos para que esa tierra siga siendo de los campesinos. Ahora es una de los integrantes del Refugio Humanitario.
Nos tocó salir corriendo.
Yo llegué a la región del Catatumbo cuando tenía cinco años. Éramos muy niños, y llegamos a trabajar a la Gabarra. Mi papá siempre ha sido albañil y mis hermanos también han sido albañiles. Todos trabajábamos. Nosotros éramos unos de los que teníamos casa en la Gabarra. Pero cuando llegaron las Autodefensas (Las Autodefensas Unidas de Colombia, AUC) nos tocó salir corriendo. Nos tocó dejar botada la casa, dejar botado todo, y así fue con muchas personas. Fue demasiada, demasiada, la masacre que hicieron.
Las Autodefensas dijeron que entraban [a la región del Catatumbo, en el 1999] para buscar a la guerrilla y acabar con la droga. Pero eso es mentira, porque la mayoría de la gente que murió fueron campesinos. Los que mataron fueron líderes, presidentes de junta, algunos que estaban trabajando por lo social. Eso fue muy duro, porque dejaron muchos niños huérfanos, madres sin hijos, muchas esposas viudas. Fue mucha la violencia que hubo. Acabaron con todo, con todo.
No soy dueña de nada, no tengo nada.
Yo cocinaba, nunca he sido patrona, siempre he sido obrera. Yo cocinaba de finca en finca, cuando hay obreros, cuando hay raspa, y cuando no había que cocinar, o raspaba, abonaba, lo que saliera.
No soy dueña de nada, no tengo nada, donde vivo es porque trabajo y estoy aquí en el Refugio [Humanitario], porque es donde podemos vivir. No tengo ni un pedazo de tierra ni nada, pero yo si defiendo esta región porque aquí me crié y lo quiero como si fuera mi propia casa.
La única opción fue la coca.
Yo me acuerdo que cuando llegué a la Gabarra, era una zona de pura agricultura y había poca coca. Cuando eso, había como vender el producto [pancoger] que sacaba la gente. Pero después, ya lo que cultivaban no valía nada. Valía más [el transporte] de la finca, que lo que valía la yuca, el plátano, el maíz. Entonces la única opción fue la coca, porque era lo que más daba.
Salimos de la vereda por el miedo.
Lo que nos hizo salir de la vereda fue la violencia. Primero, pues las fumigaciones acabaron con muchas cosas. Acaba con la mata [de coca], pero también acaba con la agricultura. Y nos hizo venir para acá [el Refugio Humanitario] porque en esos días mataron a dos líderes de la región. A uno lo mataron, le metieron un tiro, le rajaron el estómago, y lo querían desaparecer. Nosotros lo encontramos a las ocho de la noche. Así que fue por eso, por el miedo.
Habían muchas violaciones de los derechos humanos, porque los soldados, el ejército, es él que más violan los derechos humanos. Por ejemplo, mis hijos iban a estudiar y ellos les requisaban los bolsos, no dejaban pasar, interrogándolos. Que quiénes eran sus papás, que sus papás trabajaban con la guerrilla, que si han visto guerrillas. Cosa que no deben hacer ellos, porque eso es una violación.
Por eso nos venimos al Refugio, y decidí quedarme en el Refugio para hacer resistencia, porque si no hacemos resistencia, pues ¿qué vamos a hacer? Y de todas maneras, yo me vine al Refugio porque yo quiero que mis hijos tengan un futuro mejor. Algún día, no se sabe si hoy o mañana, pero algún día, que ellos puedan salir adelante.
Él que venga aquí es bien recibido.
Llegué [al Refugio Humanitario] en agosto, voy para ocho meses.
Aquí la regla es, la hora de levantada, todos a la misma hora, a las cinco y media de la mañana. Que el aseo, que después el desayuno. Hay varios trabajos. Hay que cortar madera, hay que traer leña, hay que sembrar una huerta, cualquier cosa.
Y aquí, él que venga, sea pobre, sea rico, es bien recibido. Lo único que aquí no permiten en el Refugio, es ningún grupo armado, no permiten ninguna persona civil con armas, no permiten droga, no permiten ninguna persona con trago. La gente está aquí porque quiere estar, aquí nadie obliga a nada. Él que se quiere irse va, el que se quiere quedar se queda.
Hacen guerra para que haya desplazados.
Las Autodefensas entraron [al Catatumbo] para sacar a la gente, porque esto les interesa a las multinacionales, y al capitalismo. Imagínate, al estado le conviene hacer guerra para que hayan desplazados. Ellos, lo único que quieren, es sacar a todos los campesinos de aquí para acabar esto que tenemos. Y eso es lo que nosotros no queremos. Tenemos que hacer resistencia aquí para no dejar que nos exploten. Porque si llevan las riquezas que tenemos, quedamos muy pobres. Ya a lo último no vamos a tener ni agua para tomar y lo que sembramos no se va a dar.
Entonces yo me pongo a pensar, el día de mañana, ¿qué voy a hacer? Uno en la ciudad tiene que pagar el alquiler, tiene que pagar agua, tiene que pagar todo. Y en una ciudad mis hijos no van a vivir como viven en el campo. No van a respirar aire puro, no van a comer cosas que uno mismo cultiva, no van a tomar agua pura. Mis hijos en la ciudad se van a enfermar porque no están acostumbrados a vivir en la ciudad. La vida de nosotros es el campo, por eso no puedo permitir de ninguna manera que vengan a explotar la riqueza natural que tenemos.
Lo que más queremos es defender la tierra.
Lo que más queremos es defender la tierra, defender la vida y defender el territorio como sea posible. Lo que queremos es justicia. Que tanto desastre que hicieron las Autodefensas, se reponga un poquito al menos. Y el estado no nos ha respondido cómo tiene que respondernos. El estado, con mandar más tropas del ejército, hay más atropellos, hay muchas violaciones de los derechos humanos. Y el estado cree que ellos, matando los líderes o acabando con los líderes que haya, se va a acabar esto. Pero ahorita hay mucha gente que está unida.
Yo por lo menos, que soy madre soltera, si no defiendo a mis hijos, ¿quién más los va a defender? Y si yo me llego a morir en esto, lo hago por defender los derechos de mis hijos.
El gobierno de los Estados Unidos nos quiere acabar.
Lo que nos quiere acabar es el gobierno de Estados Unidos, ¿cierto? Entonces, al gobierno, [yo diría] que nos dejen vivir en paz. Que no siga haciendo tanto daño a Colombia, que deje de ser tan egoísta, porque es un gobierno egoísta. Él lo que quiere, es acabar con lo que tenemos, para que ellos puedan vivir mejor. Pero todos tenemos derecho de vivir en esta tierra, seamos pobres, seamos ricos, seamos como sea. Y la gente [en los Estados Unidos] que esté de acuerdo con esto, que luche, que luche por sus principios, por defender su vida, que luchen por sus hijos, que defienda el derecho de sus hijos a como dé lugar.
Para seguir adelante, tenemos que resistir.
Aquí [al Refugio], los que vienen son campesinos. Él que viene aquí es porque necesita defenderse, porque es la única alternativa que nos deja el gobierno, no hay más alternativas. Si queremos seguir adelante, tenemos que resistir. Tenemos que hacerle frente a esto porque si no, nos matan a todos. Es la única forma.