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9.04.06
Abril 8 de 2006
Un reporte del Gobierno de Estados Unidos, que sería revelado esta semana, evidenciaría que la estrategia se estancó.
Quizá nada en la historia reciente de las relaciones bilaterales Estados Unidos-Colombia había generado tanta expectativa como la publicación de las cifras sobre erradicación de cultivos en Colombia del 2005.
El suspenso es a todas luces entendible pues de ellas, en buena parte, depende la imagen y efectividad de un importante componente del Plan Colombia, que completa cinco años, más de 4.000 millones de dólares invertidos, y cuyo objetivo central es neutralizar el narcotráfico en Colombia.
Procesadas por la CIA en coordinación con el Departamento de Estado y la Oficina del Zar Antidrogas, las cifras son el resultado de imágenes satelitales y corroboración en el terreno de la cantidad de hectáreas. Los datos del 2005 serían revelados esta semana.
El problema, de acuerdo con fuentes consultadas en ambos gobiernos, es que los pronósticos no son los mejores. En el mejor de los casos se habla de ‘status quo’. Es decir, pese a que se fumigaron y erradicaron 170 mil hectáreas, el área de coca habría permanecido idéntica con relación al año 2004 (alrededor de 114.000 hectáreas).
En el peor escenario –y esta es posibilidad es la que más fuerza tiene– las hectáreas antes habrían crecido entre un 10 y un 15 por ciento hasta alcanzar más de 125.000.
De ser cierto, este “reversazo” implicaría una tendencia hacia el crecimiento que quedó en evidencia el año pasado.
Esa situación pondría a E.U. y a Colombia a pensar en el dilema de si se deben invertir más esfuerzos en esta estrategia o si se debe cambiarla.
Aunque las autoridades colombianas dicen que solo se atienen a las cifras del sistema Simci, que comparten con la ONU (y que estarían listas en unos meses), el impacto del reporte de E.U. difícilmente puede ser menospreciado.
¿Están midiendo áreas nuevas?
Funcionarios del Departamento de Estado admiten su preocupación por la expansión de cultivos.
Abelardo Arias, subsecretario para Asuntos Internacionales de Narcotráfico (INL), dice que la capacidad de resiembra de los cultivadores ha crecido y cada vez hacen un mejor trabajo a la hora de proteger las plantas de coca. Algunos prefieren pequeñas parcelas, que son difíciles de detectar, y otros podan las ramas tan pronto son fumigadas para evitar que el glifosato acabe con toda la planta.
Pero la razón de fondo que esgrimen para explicar un aumento en las cifras es la aplicación de un nuevo sistema de medición.
De acuerdo con diversas fuentes, el sistema que utilizan ahora es mucho más preciso y ha comenzado a detectar plantaciones en lugares que antes no eran registrados.
Y quizá preparándose para lo peor, piden concentrarse en los efectos positivos del Plan Colombia y no solo en las cifras de erradicación.
Anne Patterson, directora del INL, resalta que se ha evitado que unas 200 toneladas métricas de coca ingresen al mercado de E.U. Además, subraya como a través del Plan se han logrado reducir dramáticamente todos los índices de violencia en el país.
Sin duda argumentos sólidos, pero difíciles de vender ante un Congreso cuyo interés central es la reducción del tráfico de drogas hacia E.U.
La lucha en 5 años
De su cúspide de 169.800 hectáreas registradas en el 2001, los cultivos de coca en Colombia habían caído a 144.450 en el 2002 y, luego, a 113.850 en el 2003.
Para el 2004, no obstante, la reducción –que autoridades de ambos países utilizaban para demostrar la efectividad del plan– se estancó en la cifra del 2003. De hecho creció ligeramente a 114.000.
Si el dato del 2005 no demuestra una reducción, eso evidenciaría lo que algunos en los gobiernos de ambos países temen y lo que muchos críticos de la fumigación vienen pregonando: la estrategia de lucha contra los cultivos está agotada. La pregunta será entonces ¿habrá que invertir más dinero para aumentar la capacidad de fumigación o habrá llegado el momento de pensar en otra táctica?.
Por lo pronto, el año pasado la Policía Nacional dijo que su capacidad de fumigación había llegado al máximo y advirtió que para ganarles a los ‘narcos’ había que ampliar el programa a través de una nueva base antinarcóticos y más avionetas de fumigación. Unas 11 han sido derribadas.
El costo de la idea alcanzaba 150 millones de dólares. Pero ni la administración Bush ni el Congreso quisieron “meterle diente” al asunto.
En general, las perspectivas futuras de más inversión en Colombia son más bien oscuras.
David Henifin, segundo al mando en la Oficina para Asuntos Andinos del Departamento de Estado, dijo recientemente que los actuales flujos de financiación para Colombia (más de 750 millones de dólares anuales) se mantendrían dos años más (2006 y 2007), pero comenzarían a reducirse de allí en adelante.
SERGIO GÓMEZ MASERI
Corresponsal de EL TIEMPO
WASHINGTON