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UN VIAJE EN EL MAGDALENA MEDIO

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8.10.05

UN VIAJE EN EL MAGDALENA MEDIO

-Domingo 4 de septiembre de 2005: salida de Bogotá con destino Barranca.
Nos dividimos en dos grupos: Teo, Luca y Valentina en el Cimitarra y Nordeste Antioqueño; Antonella, Gio y Francesco en Arauca. Mi viaje con Luca fue organizado con el objetivo de monitorear la zona, completamente militarizada, donde la ACVC pide acompañamiento permanente. Además queremos documentar los proyectos de la Asociación, que aquí están bien desarrollados.
-Lunes 5 de septiembre: salimos del puerto de la calientísima ciudad de Barranca con destino Puerto Matilde.
Viajamos durante tres horas en chalupa, subiendo por un río tan maravilloso cuanto peligroso. Pasamos en frente a la base de la Armada, varias comunidades y chozas pequeñas construidas en la orilla del río. Mientras navegamos observamos las tortugas en el sol, culebritas curiosas en el agua y un pequeño cocodrilo que se queda paralizado en frente a nosotros.
Al llegar, nos encontramos con varios soldados, cuya presencia realmente choca con el pasaje tan idílico que nos rodea. Observan, indagan con la mirada, hablan entre ellos, pero no dicen nada: de momento ninguna pregunta para nosotros.
Empezamos a caminar por la vereda y llegamos a la casa de Francisco, también conocido como don Paco, que de momento no se encuentra en la casa; encontramos a su mujer, quien nos recibe con una sopa caliente y un vaso de limonada. De repente se asoman dos soldados, entre ellos un teniente, quien quiere hablar con nosotros. Entran a la casa y empiezan a preguntarnos cosas, con un tono bien amable: quiénes somos, qué hacemos, cuanto tiempo vamos a quedarnos, números de pasaporte, etc. Ningún problema: contestamos y pedimos que ellos también nos digan quiénes son, a cuál Batallón pertenecen y cuanto tiempo piensan quedarse en la zona. La presencia de los militares, como sucesivamente Paco nos explica, dura ya desde hace dos meses y las intenciones del Ejército parecen ser aquellas de dividir la comunidad, crear conflictos entre la gente, para que la Junta de Acción Comunal no pueda trabajar bien y resulte más difícil adelantar los proyectos comunitarios. Los militares pasan el día en las casas de las familias, en la cantina y en cada esquina de las calles.
-Martes 6 de septiembre: 9 de la mañana: empezamos unos talleres de grabación en video y fotografía con los niños de la vereda. Los niños están emocionados y en menos de una hora ya están andando por las calles, tomando fotos y realizando entrevistas solitos.

En la comunidad de Puerto Matilde hay más o menos 25 casas, una cantina, unas pequeñas tiendas y una cabina de teléfono bien chistosa. Ésta se encuentra en cima a una pequeña colina y tiene dos parlantes que dan a las casas. Un señor pasa todo el día contestando al teléfono y llamando por un micrófono a la gente que reciba las llamadas. Todos los proyectos están organizados de manera completamente autónoma por la Junta de Acción Comunal. Aquí faltan todos los servicios públicos que un Estado democrático debería de garantizar: luz, agua, salud y educación. Falta también una verdadera vía de comunicación con el resto de Colombia. Todos los días de Puerto Matilde salen dos chalupas: una llega de Barranca y la otra baja hasta allá. Las chalupas navegan por un río peligroso y a menudo seco, donde es posible también encontrarse con un retén de paramilitares que incautan dinero y mercados. Normalmente incautan la gasolina, ya que ésta se utiliza para procesar la coca, y medicamentos: todo eso para que la comunidad no se vuelva autónoma.
Hoy han llegado más soldados: ahora son más o menos cuarenta, todos son muy jóvenes y están pagando el servicio militar obligatorio, que aquí en Colombia dura dos años. Un coronel nos convida a participar en una reunión con la comunidad, durante la cual arma una charla sobre la guerrilla y la importancia de la presencia del Estado en el territorio para garantizar seguridad y futuro a Colombia. Al término de su discurso, las autoridades municipales, las cuales han llegado a la vereda acompañadas por el Ejército, donan a la comunidad una computadora, dos tarros de barniz y un pincel.
Quedamos asombrados frente a la ridiculez de todo lo que vimos. Presenciaron a la reunión más o menos diez familias, aplaudiendo y dándoles la mano a los militares. Sucesivamente don Paco nos explica que tales acciones organizadas por el Ejército sirven para dividir y crear desorden dentro de la comunidad. Parece que los militares están trabajando con algunas personas de la vereda que les están respaldando.
-Miércoles 7 de septiembre: 6 de la mañana: estamos listos para ir a visitar el proyecto de búfalos de la ACVC. Nos acompaña don Paco y nos explica cómo y por qué decidieron desarrollar este proyecto. Los búfalos, explica, son animales muy resistentes, casi no se enferman, producen leche de la cual se saca un queso muy rico. La ACVC está proponiendo proyectos “legales” y concretos, que permitan la substitución de la coca y de alguna manera faciliten e diálogo con el Gobierno.
Además hoy entrevistamos a don Manuel, miembro de la ACVC, quien nos dio más informaciones sobre los proyectos de vivienda, luz y carpintería. En Puerto Matilde funciona una carpintería pequeña, pero con bastantes herramientas, en la cual se trabajó para construir viviendas dignas para muchas familias. Las casas están dotadas con servicios higiénicos: ducha, lavadero y baño. El agua de la lluvia se reutiliza para lavar la ropa y para la ducha. En la carpintería está también una planta, que se prende a las 17 y se apaga a las 22, la cual garantiza que muchas casa tengan luz.
-Jueves 8 de septiembre: son las 7 de la mañana y dentro de poco vamos a salir para visitar un cultivo de coca. El camino es largo y duro: son dos horas y media en la selva húmeda y virgen, donde se escuchan sonidos desconocidos. Todo parece bien fascinante. Árboles con el tronco larguísimo, bejucos, arroyos, aves cantando y tarántulas negras y peludas observándonos. Nos acompaña en el viaje don Cristòbal, un campesino de Puerto Matilde. Muchas conversas, Cristòbal es un campesino bien religioso, siempre anda con la biblia en el bolsillo.
Llegamos a una explanada y nos dirigimos hacia una choza. Al acercarnos notamos cinco caras morenas de pelo crespo que nos miran asombradas; uno empieza a llorar, casi desesperado. Cuando llega el papá se calla: es que no ha visto a mucha gente en su vida, nos explican El papá es un señor bien alto y bien moreno, con la cara sonriente: nos recibe con un vaso de limonada, agarra a un pollo y le parte el cuello. Hoy tenemos huéspedes, dice. Después de comer nos acomodamos sobre un tapete de hojas de coca y empezamos con la entrevista: miles son las cosas y los temas que tocamos, comenzando con el TLC (Tratado de Libre Comercio ), pasando por la guerra permanente, llegando hasta la inflación que invistió a Argentina en los últimos años. Luca graba, yo tomo fotos y ellos están felices: “se sienten importantes”. Sobre las 4 de la tarde nos ponemos en camino para regresar. A las 6 estamos en la casa rendidos.
-Viernes 9 de septiembre: hace un calor insoportable y estamos esperando a Eric, un muchacho de los Estados Unidos, que nos va a traer los mini-dv y seguirá acompañando a la comunidad mientras viajemos a Lejanías, una vereda que queda a dos horas en motor y dos días en mula de Puerto Matilde. En Lejanías hay una base militar justo detrás de la escuela: vamos a hacer alguna toma con la cámara de video.
Hoy los militares han hecho algunas preguntas a Teo: estaban un poco molestos por la cantidad de foto que estaba tomando, pero pronto se calmaron. Además hoy entrevistamos a don Paco sobre los proyectos de la ACVC. Palabras muy concientes y responsables: en Puerto Matilde la ACVC está adelantando varios trabajos: proyecto de vivienda, teléfono, luz, carpintería, cultivos que respeten la tierra y sus tiempos, cría de animales. Mediante estos proyectos y con la ayuda de la Junta de Acción Comunal, la ACVC trata de abrir un espacio de dialogo con el gobierno para pedir servicios públicos como luz, agua, salud y educación.
-Sábado 10 de septiembre: hoy pasamos todo el día en la escuela, asistiendo a las clases. Ha sido muy divertido ver como un profesor organiza una clase que se podría definir integral, ya que no hay un profesor para cada asignatura, sino uno sólo que da todas las materias. Hoy el helicóptero aterrizó dos veces y trajo víveres a los militares, pero sobretodo mucha cocacola, ya que aquí esta bebida no se vende y no se consuma. Descargamos las fotos tomadas por los niños y los estudiantes en la computadora de la escuela, juntos con el profe, de manera que puedan volver a mirarlas todas las veces que quieran. – Domingo 11 de septiembre: estamos viajando con don Manuel hacia la Cooperativa, una vereda del Nordeste Antioqueño. El viaje dura tres horas, con una parada en San Francisco, una comunidad que al momento de nuestra llegada aparece completamente militarizada. Aquí el Ejército está metido hasta en las casas de la gente. Encontramos a un señor que recién había sido detenido y robado por los paramilitares (5 millones de pesos). Tenía un poco de miedo a ser entrevistado, así que grabamos sólo la mitad de su cara.
Barranca es la ciudad donde la presencia de los paramilitares es más imponente. Su función es controlar el comercio, imponiendo vacunas para cada producto. Los paramilitares están bien organizados y de alguna forma están vinculados con el Ejército que representa el brazo armado durante los enfrentamientos con la guerrilla. El paramilitarismo es muy común en las zonas donde la población no puede defenderse. Su manera de actuar se puede comparar con aquella de la mafia italiana, que controla el comercio, la droga y las vacunas cobradas a los negociantes.
Sobre las 2 de la tarde llegamos a la Cooperativa y son suficientes pocas palabras para entender que la situación es bastante crítica. Toda la zona está militarizada y las dos personas que nos iban a acompañar hasta Lejanías tuvieron que alejarse, porque el Ejército las está buscando; por eso no podemos encontrarnos con ellas. Además un señor nos informa sobre un combate entre la guerrilla y el Ejército en la colina que esta aquí en frente a nosotros.
La Cooperativa es una vereda pequeña y realmente no muy acogedora: un caserío con mucha basura en las calles, donde hace un calor terrible. Obviamente faltan la luz, el agua y también los baños. En la Cooperativa es evidente la ausencia de proyectos que puedan dar a la gente la esperanza de una vida mejor. Falta la presencia de la ACVC y la coordinación entre las familias. Aquí la mayoría de la gente trabaja con la madera: caravanas de mulas, cargadas de tablas, bajan todos los días de la montaña. La madera se embarca en canoas que viajan hasta Barranca.
-Lunes 12 de septiembre: es el segundo día que estamos aquí y no logramos entender qué es lo que tenemos que hacer. Las personas que se habían comprometido a guiarnos durante nuestra permanencia ya no están aquí y no podemos movilizarnos solos, ni siquiera para ir a bañarnos en el río: dicen que es peligroso. Ya llegó la voz que, en una casita cercana, el Ejército ha maltratado físicamente a una familia de campesinos: nos dicen que ellos están llegando aquí y que existe la posibilidad que el Ejército también entre a la vereda. Algunos líderes de la comunidad envian a todos los niños en la escuela; Luca y yo nos ponemos la camiseta de IPO, cámara a la mano, un cuaderno y un lapicero. Esperamos una hora y no aparece nadie: tomamos la decisión de ser nosotros a movernos para ir a ver cómo están las cosas, preguntamos a dos hombres que nos acompañen pero nos contestan que tienen miedo y no quieren hacerlo. Después de media hora pasada esperando, deciden que sí van a ir con nosotros. Un camino que atraviesa, durante media hora, selva y montaña. Miedo y tensión, salimos de la selva y llegamos a la casa. Nos damos cuenta de que allí no está nadie: todos están al río pescando. Un grito y de inmediato nos contestan: entendemos que no ha pasado nada. Mejor, tomamos algo y nos ponemos en marcha para regresar.
-Martes 13 de septiembre: todavía estamos aquí, hace un calor tremendo y no hay nada para hacer. Hoy llamamos a Barranca para que alguien venga a buscarnos mañana: tenemos mucho trabajo. A las dos de la tarde llega un tal don Isaìas, de la asociación CAHUCOPANA, contando que el vicepresidente de la asociación ha desaparecido. Además dice que un nuevo Batallón del Ejército entró a Lejanías y que después de eso no hubieron más contactos con el vicepresidente. Avisamos la gente de Bogotá y Barranca y pedimos que manden aquí a Eric: nosotros tenemos que regresar. Después de dos horas se acerca nuevamente Isaìas y nos da una noticia nueva: alguien vio al vicepresidente en una casa en los alrededores. Mejor, pensamos nuevamente Luca y yo, y volvemos a dormir en la hamaca. Las noticias aquí corren, se tropiezan, se caen, se vuelven más grandes y se transforman. La gente le tiene un miedo tremendo al Ejército y cada vez que pasa algo o se escucha algún rumor, nadie entiende nada. Lo que falta es una verdadera organización, que permita evaluar si las informaciones que llegan son válidas y muchas cosas más.
-Miércoles 14 de septiembre: estamos esperando al motorista, don Manuel, que vendrá a buscarnos para llevarnos de nuevo a Puerto Matilde, donde tenemos que hacer las últimas entrevistas. A las 12 llega la noticia que Manuel no va a poder llegar: parece que se acabó la gasolina. Pues, nosotros decidimos que no queremos quedarnos más tiempo allá, buscamos un bote cualquiera que nos lleve hacia Puerto Matilde. Con mi castellano perfecto logro encontrar una canoa de madera que nos va a llevar hasta San Francisco. Después de una media hora pasada a empujar la canoa, que estaba demasiado cargada, salimos. Son las dos de la tarde: estamos en una canoa de madera con destino Barranca; cada cinco minutos paramos para empujar la canoa. De repente nos acercamos a una playita donde hay mucha madera amontonada; miro hacia Luca y él me dice: “parece que va a tocar cargarla toda”. Bien, nos tiramos al río y empezamos a cargar tablas largas y pesadas. La gente que va con nosotros es verdaderamente sociable y hablamos muchos con ellos. Hablamos sobre mujeres, café colombiano y política como si fuéramos amigos de toda la vida.
Sobre las seis de la tarde, mientras estamos llegando a San Francisco, decididos a hacer una parada aquí, vemos aparecer a Eric en un motor. “Hola”, estamos sorprendidos: han venido a buscarnos para volver a Puerto Matilde.
-Jueves 15 de septiembre: nos levantamos y decidimos que queremos ir a Barranca y de allá regresar a Bogotá. Ramiro nos acompaña hasta una vereda cercana, de donde sale un jeep que viaja hasta Yondó. El viaje es absurdo: carreteras que no son carreteras, Luca cede su asiento a una muchachita y viaja sentado en una tabla, agarrándose a un palo para no caerse. De vez en cuando yo miraba para atrás, para ver como estaba: la cara roja y las manos firmemente agarradas al palo, un pollo que grita y barro por todas partes. Durante el viaje encontramos varios retenes del Ejército, Brigada 14. En uno de estos retenes hacen parar el carro y nos requisan sólo a nosotros dos. Por fin después de un viaje de 4 horas, con miles de paradas, llegamos a Barranca. Nos tomamos una cerveza y decidimos salir a las 10 de la noche. Tomamos el bus para Bogotá.
-Viernes 16 de septiembre: estamos en Bogotá y ya conectamos las computadoras con la perspectiva de no movernos de aquí por lo menos durante una semana.

Hasta la próxima aventura.
Teo_bulk

*Los nombres son modificados para proteger la identidad de las personas

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