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Para la Princesa Achinta, Ser Indígena es meramente una Novedad

26.02.06

En respuesta al artículo por Ginna Zárate, “Atrévase a ser indígena por un día”
http://eltiempo.terra.com.co/viaj/2006-02-16/ARTICULO-WEB-_NOTA_INTERIOR-2745387.html
El Tiempo, Jueves 16 de febrero de 2006


Ginna Zárate (alias la “Princesa Achinta”) y sus editores de El Tiempo deben estar viviendo en otro mundo muy lejano de la realidad colombiana. En su artículo del jueves 16 del febrero, “Atrévase a ser indígena por un día,” la Princesa refleja el nivel más bajo al que ha llegado el periodismo de medios masivos. Ni siquiera en mi país – los Estados Unidos, donde el genocidio contra los indígenas fue de los más extensivos y completos en la historia – he visto una exposición tan repugnante, denigrante y condescendiente, que no hace sino reforzar los estereotipos, el racismo y la ignorancia.

El artículo, sobre una gira “turística” que se ofrece en Tibacuy (Cundinamarca), está repleto de generalizaciones y fantasías exóticas. Muestra un turista “disfrazado de indígena” y participando en la actividad de “huir de los españoles.” Si la Princesa meramente caminara al centro de Bogotá, a la sede de la ONIC (Organización Nacional Indígena de Colombia), verá que las culturas indígenas (plural, a propósito) de Colombia son mucho más diversas que la simple suposición que todos andan en nada más que una “minifalda y straple de fique”. Se divirtió la Princesa, seguramente, al “vestirse, caminar, bailar y pelear como ellos” y actuar el rol de una mujer embarazada, cuyo recién nacido es esperado por un grupo de “verdugos” que meterán al varón a su “ejército sanguinario,” o lo matarán si es niña. Se murió hace tiempo ya la imagen del indígena como monstruo, ofendiendo la sensibilidad de nuestra “civilización,” o como inocente, incapaz de tener una identidad única de ser humano.

La situación actual de los pueblos indígenas en Colombia es crítica, y la gira y el artículo no demuestran en lo menos la realidad que se está viviendo dentro y fuera de las ciudades. Después de masacrarlos y confinarlos a resguardos, el mundo occidental no deja de atentar contra los indígenas, especialmente aquí en Colombia. Tomemos como ejemplo los Kankuamos, Arhuacos (Ijkas), Wiwas-Arzarios y Koguis, cuyo territorio reducido, la Sierra Nevada de Santa Marta, está siendo devorado por el Estado en búsqueda de recursos naturales, y obviamente, parques arqueológicos para disfrutar (sin que estorbe una masa de indígenas en resistencia, luchando por su cultura). O los U´wa en el oriente del país, defendiendo su territorio contra la explotación petrolera. Y la Princesa de pronto recordará las recientes tomas de edificios en Bogotá por parte de los Emberá, en protesta del robo de sus tierras para megaproyectos y atropellos de grupos armados. Y, al escribir esta nota, se inicia una gira al Catatumbo, desde el 17 al 21 de febrero, promovida por el Consejo Autónomo de Caciques Barí y la Asociación de Comunidades Motilón Barí (ASOCBARÍ), con el fin de investigar los atropellos contra la integridad de la comunidad Barí, perpetrados por el Estado y las multinacionales petroleras. En un comunicado a la opinión pública, hablan de “la aniquilación de los Pueblos indígenas y el despojo de nuestros territorios” que está ocurriendo hoy en día en Colombia. (Para mayor información sobre la gira, favor contactar comisionbari@colombia.com o +57 7 6455528.)

El indígena en Colombia no es libre (como los aventureros en el artículo) y sus territorios – y cultura – están cada día más en peligro. El lector no se enterará de esta información leyendo el artículo de El Tiempo. Quizás, no quieren mencionar esta mancha oscura de la historia colombiana, porque esperan que los indígenas se desaparezcan calladamente así que se puedan hacer más recorridos turísticos de tierras robadas.

Para que haya una justicia verdadera en Colombia, tenemos que empezar con contar la verdad del pueblo. Y no solo de los indígenas, sino de todos los campesinos, afro-colombianos, mujeres y pobres. Desafortunadamente, la prensa se ha mostrado incapaz de hacerlo y en su lugar, hace exposiciones patéticas de indias princesas y sueños exóticos.

Y debemos de recordar que los pueblos indígenas de Colombia no están huyendo ni de los españoles invasores ni los nuevos colonialistas neoliberales. Siguen resistiendo y luchando por su integridad étnica y cultural, su territorio y autonomía.






"For the Princess Achinta, Being Indigenous is Just a Novelty"

Response by IPO to the article in El Tiempo, “Atrévase a ser indígena por un día”
http://eltiempo.terra.com.co/viaj/2006-02-16/ARTICULO-WEB-_NOTA_INTERIOR-2745387.html


Ginna Zárate (alias “Princess Achinta”) and her editors at El Tiempo must be living in another world very distant from the Colombian reality. In her article on Thursday, February 16th, “Atrévase a Ser Indígena por un Día” (“Dare to be Indigenous for a Day”), the Princess reflects the lowest level that mass media journalism has come to. Not even in my country – the United States, where the genocide against the indigenous was among the most extensive and complete in history – have I seen such a repugnant, denigrating and condescending exposition, that only serves to reinforce stereotypes, racism and ignorance.

The article, about a “tourist” tour that is offered in Tibacuy (department of Cundinamarca), is full of generalizations and exotic fantasies. A tourist is shown, “disguised as an indigenous” and participating in the activity of “fleeing from the Spaniards.” If the Princess only would walk to the center of Bogotá, to the office of the ONIC (National Indigenous Organization of Colombia), she would see that the indigenous cultures (plural, on purpose) of Colombia are much more diverse than the simple supposition that they all walk around in nothing more than a “miniskirt and straple (top) made of fique (plant fiber)”. The Princess had fun, surely, “dressing up, walking, dancing and fighting like them (italics mine) and acting out the role of a pregnant woman, whose newborn is awaited by a group of “executioners” who will incorporate the young boy into their “bloody army” or will kill it, if it is a girl. No longer should there be the image of the indigenous as a monster, offending the sensibilities of our “civilization,” or as an innocent, incapable of having a unique identity as a human being.

The current situation of indigenous peoples in Colombia is critical, and the tour and the article do not show in the least the reality that is being lived inside and outside of the big cities. After having massacred them and confining them to reservations, the Western world does not stop attacking the indigenous peoples, especially here in Colombia. Take for example the Kankuamos, Arhuacos (Ijkas), Wiwas-Arzarios and Kogis, whose reduced territory, the Sierra Nevada de Santa Marta, is being devoured by the State in search of natural resources, and obviously, archaeological parks to be enjoyed (without an interfering mass of indigenous in resistance, defending their culture). Or the U'wa in the eastern part of the country, defending their territory from oil exploitation. And perhaps the Princess may remember the recent building takeovers in Bogotá by the Emberá, in protest of the stealing of their lands for megaprojects and attacks by armed groups. And, as I write this note, a commission is underway to Catatumbo, from the 17th to the 21st of February, convened by the Autonomous Council of Barí Leaders and the Association of Motilón-Barí Communities (ASOCBARÍ), with the intention of investigating the attacks against the integrity of the Barí community, perpetrated by the State and oil multinationals. In a public communiqué, they talk about the “annihilation of the Indigenous Peoples and the clearing of our lands,” that is happening right now in Colombia. (For more information about the tour, please contact comisionbari@colombia.com or +57 7 6455528).

The indigenous peoples of Colombia are not free (like the adventurers in the article) and their territories – and culture – are every day more in danger. The reader would not know this information reading the El Tiempo article. Perhaps, they don't want to mention this dark stain of Colombian history, because they hope that the indigenous will quietly disappear so that they can do more tourist tours in stolen lands.

So that there may be a true justice in Colombia, we have to start to tell the truth of the people. And not only of indigenous, but of every campesino, afro-Colombian, woman and poor person. Unfortunately, the press has shown itself unable to do that, and instead, produces pathetic stories of indian princesses and exotic dreams.

And we also must remember that the indigenous peoples of Colombia are not fleeing from the invading Spaniards nor from the new neoliberal colonialists. They continue to resist and struggle for their ethnic and cultural integrity, their territory and autonomy.

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