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9.09.05
No le queda bien al Eln rechazar esta nueva oferta.
El presidente Uribe ha dado un paso más en la búsqueda de unas negociaciones de paz con el Eln al reconocer la existencia del conflicto armado, lo cual le confiere un estatus político a esta guerrilla y al conceder libertad por tres meses a Francisco Galán para que adelante una etapa de preparación de las conversaciones. Hace unos pocos meses, el Gobierno se había mostrado dispuesto también a acordar una tregua, a promover la facilitación y verificación de varios países, a buscar financiación para el cese de hostilidades.
No le queda bien al Eln rechazar nuevamente la oferta de diálogo porque una parte importante de las exigencias que ha hecho a lo largo del gobierno del presidente Uribe para iniciar un proceso de paz, le han sido concedidas.
Hace apenas unos días, en un comunicado enviado a un foro en Cali, había pedido el reconocimiento del conflicto armado y ahí tiene una respuesta positiva. Antes había insistido en que la tregua tenía que ser bilateral, en la necesidad de una verificación masiva para el cese de hostilidades y en la financiación de su organización en el tiempo de las conversaciones. Estas cosas han sido aceptadas en diversas declaraciones.
Seguramente, en el Eln subsisten duros argumentos en contra de iniciar negociaciones de paz con Uribe. Dirán que estas concesiones del Gobierno obedecen al afán de legitimar los acuerdos con los paramilitares y al interés de aislar y golpear a las Farc. Esto puede ser cierto. Pero el Eln tiene una valiosa oportunidad de desarrollar nexos con la sociedad civil y con la comunidad internacional que ha sido su obsesión en los últimos años. Tiene la oportunidad de meterse en la política y superar ese limbo desastroso de no estar ni en la guerra ni en la paz.
La libertad temporal de Francisco Galán puede ser muy bien aprovechada por el Eln. Galán –el Eln lo sabe– tiene muchas habilidades. Es una persona con mucha imaginación, pero también con un envidiable sentido práctico. En su tiempo de guerrillero activo montó buena parte de las estructuras armadas del nororiente del país y durante varios años fue el comandante de más resultados en acciones militares, en consecución de finanzas y en nexos con la población.
Galán, además, ha mostrado una lealtad de hierro al Eln y al Comando Central en todos estos años de cautiverio. La larga reflexión que imponen las noches insondables tras las rejas y múltiples conversaciones con dirigentes políticos y sociales, líderes religiosos e intelectuales, lo han llevado a la convicción de que una paz negociada es el único camino para hacer valer los ideales del Eln. No obstante, no ha sucumbido a la tentación de tomar un camino individual. Ha tenido la paciencia de andar al paso que marcan las instancias de su organización.
Una labor pública de Galán autorizada y acompañada por el Comando Central del Eln les dará un salto decisivo a las negociaciones de paz. El Eln podrá entonces dar vida a la Convención Nacional y alimentar un espacio de concertación en la sociedad colombiana, que ha sido su más sentido anhelo en los últimos años. Podrá impulsar procesos regionales y planes de desarrollo en las zonas donde históricamente ha tenido presencia.
Si el Eln acepta, el reto para el Gobierno y la sociedad no es menor. La seguridad de Galán. La prudencia en las declaraciones públicas. La minuciosidad de los acuerdos. Todo para que al cabo de unos meses de contactos no caigamos en otra frustración. La apertura de los movimientos y partidos políticos y de las organizaciones sociales para que esta guerrilla pueda dar el paso a la acción política legal y, por qué no, a alguna forma de participación en las próximas elecciones.
EL TIEMPO (09-09-2005)