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11.09.05
En el marco de la Semana por la Paz, el Gobierno acaparó el protagonismo. A instancias del Ejecutivo se desmovilizó otro frente de guerra de las autodefensas, el presidente Álvaro Uribe ofreció el corregimiento Bolo Azul para dialogar con las Farc sobre un eventual acuerdo humanitario y aceptó, durante tres meses, la salida de la cárcel del líder guerrillero Francisco Galán, para buscar avances de paz con el Eln.
Respecto a esta última organización, el presidente Uribe manifestó que está dispuesto a aceptar que en Colombia existe un conflicto armado si a su vez el Eln acoge un cese de hostilidades. Un comentario que en varios sectores políticos fue interpretado como un gesto de reconciliación del Gobierno, pero en otros fue evaluado como una forma de condicionar una respuesta positiva del Eln en tiempos electorales.
En medio de este cruce de comentarios y expectativas, ¿qué piensa el Eln? Vía internet, El Espectador le envió un cuestionario al comandante militar de esta organización alzada en armas, Antonio García. Sus respuestas dejan ver cuáles pueden ser el tono y las perspectivas de la discusión entre el Eln y el Gobierno, que abre ahora una nueva esperanza de paz y de reconciliación entre los colombianos.
En tiempos pasados, la guerrilla dijo que la primera condición para iniciar diálogos con el Gobierno era el desmonte del paramilitarismo. ¿Esto influyó para que ustedes inicien conversaciones con el presidente Uribe?
La posibilidad de iniciar un diálogo con este gobierno la hemos visto como algo que no es fácil y aún se encuentra en los marcos de una exploración. La realidad del proceso de diálogo está determinada por la factibilidad con que se puedan superar los obstáculos que impiden la paz que hemos señalado. Para hacer posible una verdadera paz, se precisa del desmonte del paramilitarismo, cosa que no se ha dado. Lo acontecido hasta ahora ha sido la legalización de sus bandas y el favorecimiento para que dichos grupos actúen con total impunidad en las ciudades. En síntesis, se produjo la cooptación de criminales por parte del Estado para hacerlos funcionales a sus necesidades de represión.
¿Qué diferencia habría entre el proceso con las autodefensas y la guerrilla del Eln?
Primero que todo, nunca hubo guerra entre paramilitares y Estado colombiano, siempre los paramilitares han sido funcionales a las necesidades del Estado. Los paramilitares jamás se propusieron cambiar las realidades de la sociedad colombiana, sino apoyar la acción represiva del Estado por medio de masacres contra la población no combatiente. La lucha del Eln contra el Estado tiene como propósito cambiar las estructuras sociales, económicas y políticas de Colombia, y hacer posible una transformación de las estructuras de injusticia. La salida política sería real y posible si estas transformaciones estructurales se viabilizan por un camino diferente a la guerra.
Mientras se da la reinserción, ¿cómo sería la financiación de los combatientes de la guerrilla del Eln?
Este no es un tema de actualidad. Lo que se discute ahora es si es posible o no una salida política al conflicto y si este gobierno está preparado para trabajar por ella. El Eln es una fuerza que está muy integrada a la sociedad y hace parte de los diseños de futuro que se trabajan hoy en Colombia. Sería equivocado pensar que un camino de paz se pueda entender sin la participación de los diferentes sectores de la sociedad colombiana.
¿Este paso significa claudicar, que en este momento las armas son inocuas o que se está avanzando hacia la justicia social?
La justicia social con este gobierno está demasiado lejos, pensar en la inocuidad de las armas también puede estar a la misma distancia. El propósito de un proceso de paz es acercar la justicia social, para que la inocuidad de las armas también se acerque. Este es el gran reto.
Hay quienes dicen que uno hace la paz con el enemigo. ¿El gobierno Uribe es un enemigo digno para hacer la paz?
La paz se puede hacer con aquel que se dispone a acordar un diseño de futuro social en el cual todos nos sintamos interpretados. Si la dignidad tiene que ver con la paz, se podría decir que es digno aquel que es flexible y hace posibles caminos diferentes a la guerra. Y es digno, en la guerra, aquel que no es perverso y sólo acude a la guerra como acto último para luchar por la defensa de la condición humana, como lo señala la legislación internacional, y en tal sentido desarrolla una guerra limitada, ceñida a unos propósitos políticos.
Si bien es cierto que han sido organizaciones independientes, pero con coincidencias en lo político y militar, ¿han dialogado con las Farc sobre el tema?
Hemos intercambiado información sobre estos temas.
Se ha dicho que quien menos se desgaste tendrá los mejores resultados en el futuro. ¿Este es un buen momento para el Eln?
El desgaste se produce cuando se hace lo que no se debe hacer en cada momento. El desgaste es gastar donde no se debe. La sociedad está en una crisis profunda en todos los órdenes y quien trabaje por construir un camino que permita remontar dicha crisis, tendrá el futuro de su lado en la medida en que el futuro es posible para todos. En este sentido los resultados no serán, ni pueden ser, para el Eln, sino para toda la sociedad. Sólo nos motiva el bien-estar y bien-ser de todos los colombianos. Por eso, asimilar paz con desmovilización y desarme será siempre equivocado.
Dicen que la idea de diálogo con Uribe es para demostrar que un proceso de paz con él es difícil o imposible.
Hasta el momento nada ha sido fácil y el que se pueda dar un diálogo es un asunto en exploración. La realidad aún no ha dado la última palabra.
¿Eso significa que el Eln estará en la arena política para las próximas elecciones?
En la arena política siempre ha estado, el país conoce nuestras propuestas. Hemos dicho que nos parece muy importante que amplios sectores de la población vengan confluyendo en propuestas políticas electorales alternativas, donde se expresa un propósito claro de buscar un destino más democrático para Colombia, y que un gobierno de este talante podría ser un instrumento tal vez más real para construir una salida de paz. Por tanto, nuestra participación está referida al campo del debate, de propuestas de futuro y no en el campo de los votos.
¿Se conserva la mesa de negociación o el esquema que se traía con los anteriores gobiernos?
La única mesa en que estuvo el Eln fue en el gobierno de Gaviria. Con Pastrana nunca se pudo llegar a una mesa, porque no quiso firmar el acta de La Habana del año 2000 que le daba inicio formal al proceso. Ningún esquema rígido es aconsejable, lo más importante es lo que está por encima de los esquemas, y tiene que ver con los contenidos de una agenda y los participantes. Para el Eln es vital que el proceso de paz esté referido a conseguir cambios sociales y políticos que permitan la democratización del país, que se camine hacia la justicia social, y donde además la sociedad participe activamente en dicho proceso.
¿Se volverá a insistir en la convención nacional con los sectores sociales del país?
La convención nacional tiene vigencia y es el principal instrumento que permitirá la participación de la sociedad en el diseño de la nueva Colombia que podrá superar el conflicto.
¿Qué se necesita para llegar a un acuerdo nacional o constituyente como lo proponen?
Lo esencial es construir un acuerdo nacional de cambios necesarios para Colombia. Lógico que se requiere de tiempo para construir consensos, ese es el papel de la convención nacional.
¿En la mesa de negociación seguirían Francisco Galán desde Itagüí, Antonio García, Pablo Beltrán, Nicolás Rodríguez, Milton Hernández y Ramiro Vargas, entre otros?
De darse la eventualidad de un diálogo, el Comando Central y la Dirección Nacional del Eln definirán la delegación que sea más conveniente, donde algunos de los que se mencionan a lo mejor podrían participar.
¿En el acompañamiento internacional estarían Francia, España, Cuba, Suiza, México y Noruega, y por los países verificadores: Canadá, Japón, Suecia, Portugal, más la ONU y el CICR?
Por ahora sería prematuro hablar de este tema, lo cual no quiere decir que vayamos a desconocer la necesidad de la comunidad internacional en un proceso de paz, y que desde luego hay países y organismos que han jugado un papel destacado y que siempre nos gustaría contar con su valiosa contribución.
¿Cuál sería el papel de la Misión Técnica Internacional de la ONU?
También es prematuro hablar de este tema.
La tregua bilateral por seis meses, que implica incluso cese de operaciones militares contra las infraestructuras vial, eléctrica, petrolera y contra los miembros de la Fuerza Pública, significa tener un lugar de concentración de la tropa. ¿Sur de Bolívar? ¿Catatumbo? ¿Arauca?, ¿Chocó?, ¿Antioquia?
Hemos dicho que el Eln, en un eventual proceso de diálogo, estaría abierto a que dicho tema haga parte de una agenda. Lo de posibles concentraciones de tropas del Eln y cosas por el estilo, no va con el diseño que tenemos.
ENRIQUE RIVAS
EL ESPECTADOR (11-09-2005)