
IPO es una organización de acompañamiento internacional e información en Colombia, en solidaridad con organizaciones en resistencia no violenta.
4.06.08: Visita a España en el marco de la campaña internacional de solidaridad con la ACVC
31.05.08: Antioquia, nuevos maltratos del batallón Calibío contra la población civil
28.05.08: “Limpiar y mantener”: falsos positivos y eliminación de la organización social
27.05.08: Conferencia de solidaridad con la ACVC en Ginebra, Suiza
27.05.08: Audiencia especial en el parlamento europeo sobre la persecución estatal a la ACVC
16.05.08: Celebramos la libertad de Ramiro Ortega, repudiamos juicio a Miguel González Huepa
15.05.08: Sobrevivientes de masacre en Ecuador: Uribe acabó con esperanzas de miles de colombianos
14.05.08: Oposición colombiana acusa a Uribe de extraditar paramilitares para salvar a políticos
13.05.08: Jefe paramilitar asegura que todas las bananeras les pagaron ''impuestos'' a las AUC
28.07.13: Cierre de actividades de International Peace Observatory
30.05.13: Con irregularidades jurídicas y terror militar se pretende desplazar a la comunidad de Pitalito
21.05.13: El MOVICE apoya el retorno de la comunidad desplazada de Pitalito (Cesar)
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6.05.06
19-23 de abril de 2006
Puerto Nuevo Ité. Cuentan que era una caserío grande y alegre, con una tienda muy bien surtida, administrada por una cooperativa de campesinos (por esta razón, la vereda es conocida por todos con el nombre de Cooperativa), donde llegaban los mercados para abastecer todas las comunidades del bajo Nordeste Antioqueño. Aquí había sido aviado un plan de vivienda con el objetivo de construir casas dignas para la población.
Lo que hoy se puede ver- después de varias incursiones paramilitares, en una de las cuales, en 1996, fue quemada la tienda de la cooperativa; después de que empezó un operativo militar en toda la región, en correspondencia del cual se han registrado retenciones arbitrarias, desapariciones, violaciones del derecho a la libre movilización, muertes violentas y otras clases de injusticias- son 9 casas agrupadas alrededor de un pequeño puerto, de donde salen las canoas que transportan la madera de la región hasta Barrancabermeja. Puerto Nuevo Ité es ahora un caserío pequeño y silencioso, donde se ven unos pocos restos de ranchitos quemados. Hay una escuela a la que, cada día, los alumnos tiene que llevar sus sillas para estudiar, ya que lo único que tienen a su disposición es una casita aún en construcción, una pizarra y una profesora para todos. Hay dos mesas de billar y música sólo en algún fin de semana. Hay una cancha de fútbol grandísima y quemada por el sol. Se ven atardeceres muy lindos, en la orilla del rió Ite; se escuchan loros que hablan y lloran. Por la noche, a la luz de una vela, los pescadores salan los pescados recién sacados de las atarrayas.
Llego aquí un miércoles de abril. Me encuentro con los representantes de CAHUCOPANA, aquí reunidos para el balance de la IIIª Acción Humanitaria. Me encuentro con las nietas de doña Maria, que, después de la desaparición de su papá, ocurrida hace mas de tres meses, dentro de la vereda, llegan aquí desde los pueblos donde viven, en la búsqueda desesperada de cualquier tipo de noticia sobre él. Me encuentro con tres muchachos del grupo “Abriendo Trochas” (equipo de jóvenes del Nordeste Antioqueño que se está capacitando para trabajar en el ámbito de la comunicación), listos para salir de la región y participar a un taller con otros jóvenes del Magdalena Medio. Se les ve en la cara no sólo las ganas de conocer espacios y gente nueva, sino también el entusiasmo por estar metidos en un proyecto que ellos mismos están construyendo.
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Jueves: empieza la reunión de CAHUCOPANA. Se organiza una comisión para la rancha y se abre el debate. La reunión va a ser larga, porque toca analizar todos los logros y las fallas de la IIIª Acción Humanitaria. Alguien tiene la idea de comprar raspados para todos. Don Pacho parece ser el más contento: con la cara de niño satisfecho degusta la leche condensada y el jarabe dulce que le dan sabor al hielo.
La reunión sigue el viernes. Todos participan en la evaluación del trabajo hecho por CAHUCOPANA: salen críticas y propuestas para desarrollar. Se discute mucho. Alguien se fuma un habano; alguien tiene que salir a buscar las mulas para irse, antes que anochezca. Tomamos tinto caliente con panela y seguimos trabajando, hasta tener el informe final sobre el balance.
Viernes por la noche: mañana es día de fiesta, porque se va a jugar la final del torneo de fútbol de la región organizado con el apoyo de la ACVC. Nos sentamos al lado del fogón. Se oye música, aparece una pareja bailando y todos nos quedamos mirándola, imaginando ya la rumba de mañana.
Sábado: desde temprano empieza a bajar gente de las veredas cercanas. Muchos cuentan que en el camino se encontraron con soldados que les preguntaron de dónde venían y para dónde iban. Hay una fuerte presencia militar en la zona: ésta es una de las razones por las cuales llega mucho menos gente de lo normal. Otra razón es la pobreza a la que viene siendo condenada esta región, por su historia de injusticias e imposiciones, relacionadas sobretodo con la distribución y la explotación de los recursos. Muchos están atemorizados, después de las numerosas retenciones arbitrarias, por parte de tropas de la Brigada XIV, que se han registrado en los últimos meses; después de la tentativa, por parte del Ejercito, de organizar una Acción Cívico-Militar en Lejanías, para sabotear la IIIª Acción Humanitaria (tentativa que fracasó míseramente).
La mula de unos de los campesinos que acaban de llegar está enferma: estos animales valen mucho por aquí, ya que son el único medio del cual los campesinos disponen para movilizarse y transportar las cargas de madera. Se busca con afán una manera para curarla, intercambiando conocimientos transmitidos por los abuelos de cada uno; se experimentan remedios caseros a base de huevos y orina, hasta que el animal parece aliviarse.
Una de la tarde: en el momento en el que el sol está más alto y caliente, empieza el partido de fútbol. Cooperativa y Ojos Claros se disputan el tercer lugar del torneo. Casi no asisto al partido, porque me quedo con unos muchachos del recién nacido Grupo de Cultura del Nordeste Antioqueño, fritando churros. Gana Cooperativa. Empieza el partido que definirá el equipo ganador del torneo: Dos Quebradas-Campo Bijao. Los gritos de don Pacho se escuchan por todo el caserío y, frente a las quejas de algunos de los presentes, él se justifica admitiendo ser, desde toda la vida, un hincha incorregible.
Aprovecho de la última media hora de luz para ir a bañarme a la quebrada. Después de lo que me pasó, la ultima vez que estuve por acá, con una raya (un pescado que, según la descripción de la gente del lugar, se parece a una arepa con la cola y que, según mi propia experiencia personal, provoca, con su picada, un dolor horrible), busco un punto del río que tenga suficientes piedras, como para darme la esperanza (pero no la certeza) de no encontrar a ninguno de estos bichos, que deberían de amañarse sólo en los fondos pantanosos.
Noche: en la caseta comunal se reúne toda la gente. Alguien ya está tomando y me avisan que la fiesta va a ser muy larga. Un miembro de la ACVC entrega los trofeos a los equipos ganadores; salen las primeras parejas a bailar. En poco tiempo el ambiente se calienta: aun en el medio de las injusticias con las que les toca enfrentarse a diario, los campesinos de estas zonas siempre encuentran un espacio para reunirse con los vecinos, reírse con chismes y cuentos, bailar vallenato con los ojos cerrados. A las 10 de la noche se daña la planta que garantiza luz y música a la fiesta. Algunos bostezan, pero nadie se va: todos están seguros de que el daño se puede arreglar. Realmente no entiendo de donde viene tanta seguridad, pero sí conozco la capacidad de resistencia de los campesinos de esta región, los cuales, frente a cualquier tipo de problema, no se rinden sin haber experimentado todas las alternativas que piensan tener. En el mientras, llega la noticia que la comida está lista. En una olla enorme han cocinado carne y yuca para todos. Pocos tienen platos; algunos comen en hojas de plátano; la mayoría recibe la comida en las manos y vuelve a acercarse a la caseta esperando que empiece de nuevo la música. Y la música vuelve a sonar: son casi siempre los mismos discos que se repiten por toda la noche. Empieza a llover.
Amanece: busco un espacio para dormir. Es una tarea difícil, dada la cantidad de gente que se está quedando en el caserío.Duermo casi dos horas en el sleeping que he acomodado en el piso de una casa, tratando de no tropezarme con nadie y de esquivar las goteras. A las 8 estoy de nuevo en la caseta, con la gente. Miro las caras de los campesinos: parece que no se van a cansar nunca y que la fiesta va a durar hasta siempre. En la tarde, la gente que vive más lejos empieza a movilizarse: viajan en pequeñas caravanas, por razones de seguridad, después de todo lo que ha pasado y sigue pasando en la zona. Otros siguen en la fiesta, bailando ritmos cada vez más lentos.
La música se apaga a las 7 de la noche. En el caserío vuelve el silencio. Unos pocos siguen tomando en otra cantina. La mayoría de la gente se acuesta. Mañana a las 5 de la mañana, para los campesinos de la región, empezará de nuevo la vida normal: con la posibilidad de ser retenidos arbitrariamente por el Ejército, de tener que firmar una hoja de buen trato, de ver a militares que entran a la vereda y se instalan en las casas. Pero también con el proyecto ya concreto y aviado de volver a constituir una cooperativa.
Los campesinos del Nordeste antioqueño no se cansan: siguen resistiendo.