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21.05.13: El MOVICE apoya el retorno de la comunidad desplazada de Pitalito (Cesar)
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4.01.07
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por Juan Camilo Niño Vargas
“Ningún colombiano se puede oponer a una decisión del Estado”. Varias preguntas surgen respecto a semejante afirmación. La primera es de qué clase de Estado se está hablando. Seguramente no de uno plenamente democrático. En una democracia el Estado coincide con el pueblo, coincide con sus intereses y necesidades y, por lo tanto, no tiene sentido hablar de una oposición entre uno y otro.
Sin embargo, lo que más causa perplejidad de la afirmación es el contexto en el cual se expresó. La emitió un alto funcionario del Ministerio del Interior y se refiere a las futuras exploraciones petroleras que se planean realizar en el territorio de los u’was en los Andes Orientales y el Piedemonte Llanero, en lo que denominan Bloque Sirirí y Bloque Catleya. Si se examina con algún detenimiento, se descubre que la aserción es injusta, carece de precisión y, como si fuera poco, no parece reflejar los valores democráticos y pluralistas de nuestra Constitución.
Ese “ningún colombiano” no son uno o dos individuos sino un grupo indígena de más de 6.000 personas. Además, y sin que esto signifique ninguna clase de paradoja, los u’was son colombianos y, al mismo tiempo, son un pueblo mucho más antiguo que el Estado colombiano y que cualquier empresa petrolera. Por tanto, disfrutan de derechos especiales que deben ser reconocidos y respetados. Eso que el actual Gobierno y las compañías llaman “bloques” no son simples “bloques”. Antes que todo, son su territorio, su hogar, el centro de su mundo, el área que han habitado y defendido desde hace más de cinco siglos.
La información difundida por los medios de comunicación puede causar la impresión de que los u’was se oponen a la exploración petrolera por ignorancia o superstición. Nada más lejos de la realidad. Las razones que los impulsan a defender su territorio son coherentes con su complejo sistema de pensamiento y se apoyan sobre un conocimiento práctico cuya lógica, aunque diferente a la nuestra, está completamente fundamentada.
Los u’was muestran una gran preocupación por mantener el universo en estado de equilibrio. A través de la regulación de las actividades productivas, económicas, sociales y rituales, tratan de establecer relaciones armónicas entre el género humano y la naturaleza. La explotación de petróleo, las excavaciones y perforaciones de su territorio destruyen ese orden y, esto, no sólo son suposiciones metafísicas. La extracción del líquido estará acompañada de la incursión de grupos armados, de la degradación del medio ambiente, del incremento de la violencia política y, en suma, de la brusca irrupción del curso normal de su vida diaria. El petróleo significa el fin del universo u’wa, el fin de un conjunto de conocimientos y valores morales que la Constitución ordena respetar. En este caso, la explotación de petróleo se equipara con el desconocimiento de nuestra diversidad cultural, del patrimonio material e inmaterial, con el etnocidio.
Ahora bien, el triunfo o derrota de la causa u’wa tiene implicaciones que van mucho más allá del problema de la explotación petrolera en los Andes Orientaes. La defensa de sus derechos es la defensa de los derechos de todo colombiano. Es la defensa de la pluralidad, la democracia y de la Constitución que nos funda como Nación.
Referencias: Las declaraciones del funcionario del Ministerio del Interior aparecen en EL TIEMPO, ‘U’was perdieron guerra de 14 años’. Sábado 16 de diciembre de 2006. Sobre los u¿wa y su compleja cosmología, puede consultarse, entre muchos otros, ‘Werjayas, cabildos, cabildo mayor y equipo de etnoeducación. “Pueblo indígena u’wa u’wchita’. La Manzana de la discordia. TM Editores, 1998, pp. 251-272; y Ann Osborn, Las cuatro estaciones. Mitología y estructura social entre los u¿was. Banco de la República, 1995.
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