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Resistiendo desde la Memoria, Desde... La Espiritualidad

12.05.06

Mientras la bola de ayo y cal pasea por mi boca, y mi chocuno una y otra vez acaricia el cuello del poporo, miro como el fuego poco a poco se va extinguiendo. Me levanto de la banca de madera en la que estoy sentado, me acerco al fogón, acomodo los tizones y miro el fuego que vuelve a avivarse. Al regreso del fogón al lugar donde estoy sentado, mis ojos se cruzan por un momento con los del Mamo y aunque esta actitud es prohibida en mi cultura imagino que entiende la necesidad que tengo de encontrarme en sus ojos con mis recuerdos, con mi historia.

Ésta ha sido otra noche en la que se nos ha invitado para seguir con las ceremonias de curación… De curar el corazón, curarlo del fuego de la ira, la rabia, la tristeza, la melancolía y todo lo negativo que nos pueda hacer daño y poner en riesgo nuestra vida en Bogotá.

Es necesario apagar este fuego, para poder encontrarnos con la Madre. A ella no podemos llegarle con el corazón amargo o caliente, la tradición dice que es necesario hablarle con palabras dulces y el corazón dulce. Y necesitamos que nos escuche porque hay que volver a hacer pagamentos, alimentarla para que ella nos alimente, nos cuide y cuide nuestro territorio y nuestra comunidad que hasta el día de hoy sufre las consecuencias del conflicto armado. Hasta la fecha las estadísticas dicen que los kankuamos, la comunidad indígena a la cual pertenezco, les han sido asesinadas 247 personas por parte de los grupos armados legales e ilegales: 114 de esos crímenes han sido cometidos en el periodo de gobierno de Álvaro Uribe Vélez. Unido a esto, más de 400 familias se han visto en la necesidad de salir del resguardo, que se encuentra ubicado en la parte sur oriental de la Sierra Nevada de Santa Marta, específicamente en el municipio de Valledupar. Allí el Presidente hizo el lanzamiento de la política de seguridad democrática, trayendo como resultado el incremento de las muertes violentas de los miembros de mi comunidad por parte de los paramilitares y de las fuerzas militares que están presentes en la región. Todos los que participamos en esta ceremonia hemos sido desplazados bajo amenazas de muerte acusándonos de colaboradores de la subversión.

La noche sigue, así como el Mamo sigue escuchando y transmitiendo la palabra del ayo, de la ambira y el poporo que le recuerdan la historia de los kankuamos: “Hace mucho tiempo los kankuamos eran poderosos espiritualmente y nada les pasaba porque con la fuerza del pagamento y del pensamiento ellos podían alejar las enfermedades y a las personas que entraban al territorio a hacerles daño. En ese tiempo los pagamentos eran poderosos porque la Madre nos escuchaba, porque nuestro corazón era dulce y no había envidia entre los kankuamos y trabajábamos junto con las demás comunidades de la sierra: koguis, arhuacos y wiwas. Por eso hay que volver al pagamento. Pero con el corazón dulce y la palabra dulce, volver a escuchar a los mamos, a los abuelos, a la naturaleza que nos habla y obedecer nuevamente a la Ley de Origen, la ley que la Madre nos dejó para que pudiéramos vivir en paz”.

Cuando termina de pronunciar estas palabras, recuerdo el último pagamento en el que participé dentro del resguardo. De eso hace por lo menos tres años, pero las palabras que pronunció el Mamo siguen frescas en mi memoria: “Si queremos que la paz vuelva nuevamente a estos lugares, debemos volver a aprende’ lo que la Madre dice a través de la naturaleza. Miren no ma’ a esas montañas que están ahí al frente: ¿las ven que pelean? No, ¿verdad? Ellas se encuentran y forman valle de armonía que hace que el paisaje sea bien bonito. Una no le dice a la otra que se vaya de ahí, ellas no hacen eso. Piensen no ma’ si un río que baja de la loma le dice a otros que va encontrando en el camino que no los va a deja’ que se le unan a él, no… Así no llega él al mar. Mas bien los invita a que se le unan, y así se va volviendo grande y fuerte y nadie puede detenelo’. Así debemos hacer nosotros, así no ma’, juntarnos para que el río de la vida sea fuerte, volve’ al pagamento, escuchar y aprende’ las historias de los viejo’… Como dice ese doctor que anda por ahí: reconstruí’ nuestra memoria histórica teniendo como centro al pagamento…Como se hacía ante’ ”.

Las palabras del Mamo me devuelven al presente, hay que entregarle todo lo negativo a la Madre, y así uno a uno nos vamos parando y dejando en el centro de la casa ceremonial todo lo malo, lo negativo. Uno a uno pasamos, así como uno a uno fuimos llegando a esta ciudad, desterrados de nuestro territorio, de nuestra gente; cada uno llegó solo o con su familia, pocos nos conocíamos. A medida que nos fuimos dando a conocer, algunos indígenas de otros grupos nos fueron invitando a sus sitios de reunión o a mambear. De los labios de muchos abuelos de otras comunidades fuimos comprendiendo que lo único que podría juntarnos y unirnos era la tradición, nuestra historia común. Fuimos aprendiendo el significado y el valor de poporo, aprendimos que compartir el ayo es compartir la palabra, los sueños y las esperanzas…Desde donde queremos hacer resistencia, construir un mundo diferente, donde el arco iris sea nuestra bandera y ejemplo de convivencia. Aprendimos que son los abuelos los depositarios de nuestra historia y que si los arcabuces y los perros de los conquistadores no pudieron extinguirnos, como tampoco lo pudieron hacer los cepos y los templos quemados por los misioneros o las burlas y los engaños de los llamados “civilizados”, mucho menos lo hará la dinamita estallando en nuestra piedras de pagamento ni las armas de la gente que quiere nuestra tierra. Nada de esto ha podido borrarnos o aniquilarnos porque hasta este momento la memoria siempre ha tenido el poder de reconstruir nuestra historia y de traer el pasado al presente, y desde ahí seguir resistiendo como lo que somos: Indígenas.

Ya casi termina la noche, que ha sido larga por la incomodidad de las bancas de madera, pero corta porque la palabra de los abuelos nunca se agota; porque ellos son los poseedores de las historias y del conocimiento ancestral porque a través de ellos la madre nos regala su palabra, y la palabra de la madre siempre es nueva a pesar que ya ha sido pronunciada desde el comienzo del mundo… Es una palabra que nos invita a seguir haciendo resistencia desde los sueños. Mi abuelo decía que si una persona sueña eso solo será un sueño. Pero, que si muchas personas sueñan el mismo sueño eso será una realidad. Esta vez, como siempre se nos invita a resistir desde la memoria, desde la ley de origen que fue la primera palabra de la Madre y con la cual ella ordenó al mundo…Resistir desde el encuentro con otras gentes. El encuentro que para nosotros simboliza la cruz, la vida y la alegría, por que la lluvia al encontrarse con la tierra fecunda la semilla, asimismo el encuentro es dos caminos que se cruzan, que pueden fecundar y enriquecer la palabra.

Miro como sale el sol y pienso que así como la noche pasa, esta violencia que hoy azota a Colombia también pasará y el sol de la paz se elevará nuevamente en nuestro cielo. Mientras tanto seguimos resistiendo para construir ese día. Salgo con nuevas fuerzas de la casa ceremonial, me terceo mis mochilas, donde cargo mis sueños y junto con ellas salgo nuevamente a encontrarme con el mundo. Seguiré hablando de la necesidad de soñar y seguiré tejiendo mis sueños y esperanzas en las pulseras, collares y aretes los cuales seguiré cambiando o regalando a las personas que siguen creyendo. Que a pesar de lo oscuro de nuestro presente sigue estando un mundo por soñar.

Amchibe… amchibenya…

Daniel Maestre Villazón
Indígena Kankuamo

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