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Reelección Uribe preocupa a familias de rehenes Colombia

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18.05.06

Por Nelson Bocanegra/REUTERS

BOGOTA (Reuters) – Con un tono que se confunde entre resignación y desesperanza, Héctor Cabrera es realista frente al futuro.

“Si desgraciadamente gana la reelección Uribe, mi sobrino tendrá que estarse cuatro años más ahí,” dijo Cabrera, tío del suboficial del ejército Pablo Moncayo, capturado en la sangrienta toma de una base militar por la guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) hace ocho años y medio.

“Personalmente siento que la reelección es condenarlos a cuatro años más de secuestro,” añadió.

Su desilusión es más que justificada si se tiene en cuenta que Moncayo, quien ahora tiene 27 años, ha pasado una tercera parte de su vida privado de la libertad en medio de la selva.

Como Cabrera, a los familiares de 62 personas en poder de las FARC consideradas como secuestrados políticos, les preocupa la eventual reelección de Alvaro Uribe, favorito para ganar los comicios del 28 de mayo y quien no ha logrado en sus casi cuatro años de gobierno un acuerdo para su liberación.

Moncayo hace parte del grupo que la guerrilla denomina “canjeables” conformado por tres estadounidenses, 12 ex diputados regionales, un ex ministro, un ex gobernador, cinco ex congresistas, la ex candidata presidencial Ingrid Betancourt y varios efectivos de las Fuerzas Armadas.

La guerrilla presiona por un acuerdo para intercambiar a los “canjeables” a cambio de la excarcelación de miles de sus combatientes presos en las prisiones estatales.

La situación es compleja debido a que las FARC, conformada por unos 17.000 combatientes y férrea opositora al gobierno de Uribe, han reiterado que no habrá acuerdo con el mandatario mientras este siga en el poder.

Por su parte, Uribe se opone a que los guerrilleros que eventualmente sean liberados con un acuerdo retornen a la lucha armada.

“Esto nos llena de preocupación y de muchísima incertidumbre porque no sabemos siendo reelegido cuál va a ser la actitud que él va a mantener,” dijo Fabiola Perdomo, esposa de uno de los diputados secuestrado en abril del 2002.

“Lo que necesitamos es que piensen que son seres humanos los que están en las selvas de este país, más que políticos, más que militares o policías, son seres humanos que se están pudriendo en las selvas de este país,” agregó.

DUELO E INCERTIDUMBRE

Colombia está catalogada como uno de los países con más secuestros en el mundo, al punto que la nación cuenta con una ley que ampara con alivios tributarios, la suspensión de las obligaciones financieras y el pago de los salarios de los rehenes a sus familias mientras estén en esa condición.

Se estima que además de los políticos y militares que las FARC pretenden intercambiar, miles de civiles permanecen secuestrados con fines económicos, algunos desde hace años.

“Para la gente es absurdo que hayan pasado cuatro años y que no se haya logrado un acercamiento con la guerrilla,” dijo Yolanda Pulecio, madre de Ingrid Betancourt, de quien no tiene información desde hace tres años y cuyo secuestro ha despertado una gran sensibilidad en Francia y otros países de Europa.

El país sudamericano sufre un conflicto interno armado de más de cuatro décadas que involucra a las fuerzas de seguridad del Estado, las guerrillas de izquierda y los paramilitares de ultraderecha y que cada año deja miles de muertos, la mayoría civiles.

“Esto es un duelo indefinido en el que ni el gobierno, ni la guerrilla ni nadie les da razón,” declaró Marleny Orjuela, directora de la Asociación de Familiares de Secuestrados, Asfamipaz.

La mayoría de los familiares de rehenes coincide en que con cualquiera de los candidatos presidenciales diferentes a Uribe, especialmente con el izquierdista Carlos Gaviria o con el liberal Horacio Serpa, sería más fácil concretar un acuerdo con la guerrilla.

“Veo que sería más rápido y sobre todo podríamos lograr la libertad de los secuestrados a través de candidatos que tengan un discurso distinto al de la guerra,” declaró Perdomo.

El drama de los secuestrados en Colombia se ha extendido a Estados Unidos, debido a que tres contratistas del Departamento de Defensa están en poder de las FARC desde febrero del 2003, cuando los rebeldes derribaron el avión en el que viajaban en una zona selvática del sur del país.

Marc Gonsalves, Thomas Howes y Heith Stansell llevan más de tres años en poder de los rebeldes y sus familias se quejan de que el gobierno de Estados Unidos hace poco por conseguir su libertad y que los ha olvidado.

“El gobierno no me ha ayudado en nada. De vez en cuando se comunican conmigo. No sé nada, nadie me cuenta nada, no sé si está vivo o muerto, nadie sabe nada. Por momentos pienso que ya se olvidaron de ellos. No escucho nada, nada. Es bastante frustrante,” dijo Mariana Howes, esposa de Thomas, con quien tiene dos hijos de 9 y 18 años.

(Con reporte adicional de Manuela Badawy)

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