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Tras los cafetales, crece la dignidad

12.03.10

por Eva Lewis – IPO

Entrando al departamento de Tolima, Colombia, uno pasa por un paisaje maravilloso que lentamente pasa de ser llano a montañoso. El clima fresco permite una gran variedad de cultivos siendo el café el más rentable, por lo que éste se puede ver creciendo kilómetro tras kilómetro al lado de la carretera. Esta misma carretera entra en el municipio de Dolores, en el sur del departamento. Está destapada pero en buenas condiciones, un hecho que podría engañarte al dar a pensar que se trata de una región bastante desarrollada. No se puede negar que se trata de una región rica, habiendo depósitos de petróleo, nacimientos de agua y una reserva forestal con tierra increíblemente fértil. Pero cuando entré a Dolores, a finales del 2009, aprendí rápidamente que lo que mas la caracteriza no es el desarrollo sino el conflicto armado y una gran presencia militar.
El primer día entero que pasamos en el municipio de Dolores, mi colega y yo nos despertamos en la vereda de Las Pavas. Allí nos reunimos con miembros de la comunidad para explicarles el trabajo del International Peace Observatory (IPO) y escuchar testimonios sobre la situación actual de derechos humanos. La comunidad, junto a la Asociación de Trabajadores Campesinos del Tolima (ASTRACATOL) acababan de declarar un estado de alerta temprana; un mecanismo judicial utilizado en Colombia para presionar a los representantes del gobierno a emprender una actuación cuando una comunidad se encuentra en alto nivel de riesgo.


Helicóptero militar sobrevolando Dolores. Foto: IPO

El motivo de esta alerta temprana se debía en gran parte a las acciones de la Brigada Móvil 21 del Ejército Nacional el 10, 13 y 30 de noviembre. En estas fechas, la Brigada entró a la comunidad de Las Pavas y a otras veredas de la zona. Fueron de casa en casa empadronando a la gente, diciendo que estaban haciendo “un censo” de la población. También realizaron varias requisas ilegales, iban sin identificación y a veces incluso encapuchados. Dada la historia del paramilitarismo en Colombia y los vínculos notorios entre los paramilitares y el ejército, esta última infracción es quizá la que más asusta. Varios miembros de la comunidad también denunciaron la presencia a menudo de unidades de soldados acampando en fincas particulares, bañándose y lavando ropa en las fuentes de agua. Este problema se agrava porque el gobierno municipal aún no ha construido el acueducto que hace tiempo prometió para proveer de agua potable a toda la comunidad.
Las Pavas es pequeña, pero todos los que asistieron a la reunión tenían una historia que contar. Una joven, de 7 o 8 meses de embarazo, nos contó una historia particularmente alarmante. A principios de noviembre, 4 carros con 13 agentes del DAS llegaron a la casa de su madre. Los agentes preguntaron por ella y cuando no la encontraron allá fueron a buscarla a su casa. La dijeron que tenía que ir con ellos y desmovilizarse, aunque ella no pertenece a ningún grupo armado. Promovieron los beneficios del programa de desmovilización y le dijeron que esto era la manera de hacer una vida mejor para su familia. Con la voz temblorosa y llena de humillación, ella nos contó como, “yo le dije que no, que yo porque me iba a desmovilizar si yo no era nada!…Yo antes tenía una hija, estaba embarazada y con mi marido que iba a ser?…. yo le dije que no, que si tenían una orden de captura listo, que me llevaran, listo si yo tenía una orden de captura, pero que me la mostraran….entonces ellos me dijeron que no, que no la tenían allí.”
En Colombia es ilegal detener a alguien sin orden de captura si no está cometiendo un delito. Pero en la historia de esta mujer, poco parece haber sido hecho de forma legal. Nos informó que, “Entonces ellos me dijeron… que me iban a llevar y si era obligada, obligada tenían que llevarme.” Le dijeron que tenía una orden de captura en la Fiscalía 13 Seccional de Ibagué por robo y hurto. Si esto era el caso; ¿por qué le estaban diciendo que se desmovilizara? Llorando le dijo al capitán, “si a mi me llega a pasar algo, cualquier cosa, a mi hijo le llega a pasar algo, ustedes tienen toda la responsabilidad de eso.” A todo esto ella se fue a alistar su ropa, cuando de repente le dijeron que no la iban a llevar. Cuando preguntó porqué, dijeron que su orden de captura ya no era vigente. Este mismo día ella fue a Ibagué y con un abogado visitó la fiscalía, los juzgados y las oficinas del DAS y en ningún lugar había una orden de captura con su nombre. En las oficinas del DAS, el director le dijo a su abogado que había mandado a unos hombres a Las Pavas, pero sus órdenes no eran detener a nadie. Cuando yo le pregunté que pensaba que querían hacer los hombres, su respuesta fue “algunos me dicen que querían desaparecerme…yo digo que o eso o me querían empapelar.” Ella denunció el caso a la personería, pero hasta el momento no ha recibido ninguna respuesta.
Otras personas se nos acercaron a contar sus historias también. Incluso una mujer nos mostró su finca donde una unidad del ejército había estado acampando hasta pocos días antes. Allí encontramos comida, basura y la identificación de un uniforme de soldado con el nombre Echevarría por el piso. El Ejército Nacional está sujeto al Derecho Internacional Humanitario como se estipula en los convenios de Ginebra, y el principio de distinción les requiere mantener una distancia prudencial de la población civil para no ponerles en riesgo. Sin embargo, en Tolima y especialmente en Dolores es una práctica común de la Brigada Móvil 28 acampar en las fincas privadas. La mujer que nos llevó a su finca nos dijo que estaba segura de que los soldados se habían retirado de allí porque escucharon que “venían los defensores de derechos humanos”. Ella añadió que, “a uno le da miedo ir [a la casa], con esa gente allí, de pronto llega [la guerrilla] a atacarlos.” Nos contó cómo había huido de la violencia paramilitar en el departamento del Meta, buscando una vida mejor, y como económicamente no podía sobrevivir en la ciudad, había llegado a Tolima. Pero la paz no fue lo que se encontró. “Una siempre vive muy nerviosa porque nunca sabe qué [pasará] de aquí a mañana”, dijo. Al día siguiente subimos por los cerros de café y granadilla hasta llegar a la vereda vecina de Las Vegas de Café. Allí nos habían contado que el Ejército Nacional estaba utilizando la fuente de agua de la comunidad para bañarse y lavar ropa. Caminamos por la vereda hasta llegar al primer campamento de soldados, miembros de la Brigada Móvil 21.
Estaban acampados en medio del camino público, al lado de una casa y justo en frente del tanque de agua. Hablamos con el responsable, el Cabo Mora, un joven con brackets. Nos presentamos y expresamos que estábamos muy preocupados porque ellos estaban violando el Derecho Internacional Humanitario al acampar dentro de una vereda, al lado de una casa y contaminando un bien civil. Se me ocurrió preguntar si no le molestaba que más arriba sus compañeros del ejército estuvieran contaminando la misma agua que él estaba tomando, pero me abstuve. Actuó como si no tuviera ninguna idea de que estaba violando numerosas leyes y tratados internacionales y muy educadamente pidió disculpas.
Seguimos el mismo camino hasta encontrar el segundo campamento, a menos de 100 metros de la escuela de la vereda, donde los soldados habían dejado sus celulares cargando. Hablamos con el Teniente Coronel Méndez, mando de todas las tropas en la zona, expresando las mismas preocupaciones por la seguridad de la población civil de la vereda y enfatizando el riesgo adicional que corrían al estar ellos acampados tan cerca de la escuela. El Teniente Coronel era más reacio que su subordinado a admitir que estaba violando la ley. Insistió que no podían acampar en otro lugar ya que la zona estaba llena de minas anti – persona. Pero nosotros también insistimos en que, aunque ese fuera el caso, el Ejército Nacional sigue teniendo la responsabilidad de cumplir con los tratados firmados por el gobierno colombiano.
Al día siguiente todas las tropas se habían retirado de la vereda, pero todavía nos llegaban informes de violaciones de los derechos humanos en la zona. Escuchamos que en una vereda cercana, Montoso, el ejército había detenido ilegalmente a dos campesinos sin orden de captura. Poco después un hombre nos llegó a visitar y nos contó que el día anterior, el 22 de diciembre, había estado en Montoso, justo antes de la detención de los dos señores. Mientras que hacía compras en una tienda grande, un hombre armado vestido de civil se le acercó y agresivamente empezó a interrogarle sobre la otra persona con quien venía. El hombre insistió que había venido con su hija y nadie más, cuando el dueño de la tienda intervino por él, diciendo que lo conocía y que no había venido con nadie más. Entonces el hombre armado pidió disculpas y dijo que había sido una equivocación. Salió pero al cabo de poco volvió, esta vez vestido con uniforme de soldado. Pidió disculpas otra vez y repitió que había sido una equivocación. La conclusión a que llegaron los campesinos fue que éste era un soldado que se quería hacer pasar por paramilitar. Esto es especialmente escalofriante considerando que, hace poco en Las Vegas del Café, unos soldados amenazaron a miembros de la comunidad diciendo que antes de fin de año los paramilitares entrarían y harían una masacre.
En los últimos años Dolores ha escapado de los horrores de la violencia paramilitar, pero el miedo sigue mientras que las violaciones a los derechos humanos van en aumento. Desde hace 20 meses la región ha estado cada vez más militarizada y en noviembre del 2008 hubo desplazamiento masivo a causa de asesinatos extrajudiciales por parte del ejército y otros abusos de los derechos humanos. Cuando salí del Tolima me puso triste saber que la situación sólo parece empeorar y, como siempre, son los civiles los que sufren más. Pasando los cultivos de café hacía Bogotá, pensaba en cómo podía crecer tanta vida en medio de tanta miseria y me vino a la mente el valor extraordinario de los campesinos que había conocido, que después de tantos atropellos siguen con su dignidad y la fortaleza de resistir.

*Los nombres de las personas citadas no fueron utilizados en este artículo para proteger sus identidades.

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