IPO es una organización de acompañamiento internacional e información en Colombia, en solidaridad con organizaciones en resistencia no violenta.

Ipo News

Reciba el informe quincenal de IPO, con un resumen de las últimas actualizaciones, y otras informaciones coyunturales.

Suscribese aquí

Licencia

Creative Commons License
Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons

Feed RSS

Reciba las últimas actualizaciones en tu web browser

PayPal

Cuando “los héroes” se convierten en payasos

|

2.05.08

La presencia del Batallón Calibío en la vereda de Puerto Nuevo Ité (popularmente conocida como la Cooperativa) en el Nordeste Antioqueño no es ninguna novedad. Sobre todo, desde que los campesinos de la región se vieron obligados a declararse en situación de Campamento de Refugio Humanitario por las constantes violaciones de Derechos Humanos y al Derecho Internacional Humanitario realizadas por la Fuerza Pública, que ha instalado una base permanente del ejército justo al lado de esta vereda.

Lo que sí es una novedad, es la particular forma que tuvieron de presentarse algunos ‘elementos’ del Batallón Calibío el pasado viernes 18 de abril delante de parte de la comunidad que aún permanece a la región y que por distintos motivos no se ha desplazado hacia Barrancabermeja: ni más ni menos que vestidos de payasos. Esta aparente bienintencionada e inofensiva acción fue acompañada del ofrecimiento de servicios médicos desarrollados por los servicios de atención sanitaria del ejército y de algunos pequeños regalos para los pequeños. La justificación que había esgrimido el coronel Ramírez, un mes antes, para que una institución militar llevara a cabo tales actividades era la imposibilidad de que entraran en la región, por presunta peligrosidad, las entidades de la sociedad civil que supuestamente serían las encargadas de ofrecer este tipo de servicios. Pero la presencia el mismo 18 de abril de representantes de la alcaldía de Remedios, de Bienestar Familiar o de otros organismos del Estado pone irremediablemente en duda esta versión.

La interpretación que sin duda a mí se me ocurre es que esta acción forma parte de una meticulosa estrategia proveniente de la denominada “Doctrina de Acción Integral” prevista en el ya mundialmente conocido Plan Colombia (II parte) que no hace más que resaltar la importancia de la acción cívico-militar como medio imprescindible para lograr “la recuperación social del territorio”. La mala imagen (ganada a pulso), que la fuerza pública tiene para muchas de las personas que habitan en las llamadas “zonas rojas” del conflicto, debe ser de alguna manera contrarestada por actividades cívicas que legitimen su presencia y que tendrían que servir para ganarse los corazones de la gente. No hay manual de contrainsurgencia que no hable de la importancia de dar prioridad a la acción cívico-militar como estrategia de guerra.

Y es aquí, donde encuentro yo el mayor problema. Esta estrategia implica y prevé la utilización de campesinos civiles en una guerra de la que siempre resultan ser los más perjudicados. Porque estos primeros actos, junto al asentamiento y presencia constante del ejército en las veredas con cordialidad y buena imagen, son las que dan paso al surgimiento de informantes que hasta el momento no han demostrado su eficacia en el debilitamiento de la insurgencia pero si de las organizaciones sociales y campesinas legalmente constituidas.

Podríamos preguntarnos además, si lo que realmente hace falta a la comunidad de Puerto Nuevo Ité son payasos disfrazados que no hacen más que hacer pasar un buen rato a niños indefensos o si lo que realmente necesitan es el derecho a la vida y a la permanencia en el territorio. Que el ejército deba recurrir a las payasadas o a la asistencia médica puntual de la población es un claro síntoma de que las cosas no las están haciendo bien. Sin duda, creo que tienen la intencionalidad de erigirse como autoridades públicas de la región siendo que lo que la gente necesita es la presencia de instituciones civiles en forma de hospitales, escuelas o mayores vías de comunicación y no mayor militarización que agudiza la guerra.

Recomendar a los cabos del Batallón Calibío (y del resto de batallones) que la mejor forma de dar legitimidad a su cuerpo es respetar los derechos de los y las campesinas. Que no pueden ofrecer flores, risas y regalos por un lado, y balas y vulneraciones constantes al DIH y a los Derechos Humanos por el otro. Haciéndose ellos mismos un favor para que no se vean obligados a hacer otra vez el ridículo disfrazándose de payasos.

Leer más En evidencia