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La (In)Seguridad Democrática en San Pablo, Sur de Bolívar

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2.12.06

Nico Udu-gama
International Peace Observatory – IPO
info@peaceobservatory.org

Ubicado al “sur sur” del departamento de Bolívar, el municipio de San Pablo es hoy emblemático de la preocupante situación del paramilitarismo en Colombia. Cuando los narcotraficantes comenzaron a consolidar su poderío – a sangre y fuego – sobre las tierras del Sur de Bolívar a finales de los años noventa, San Pablo fue el epicentro de la violencia. Como en muchas partes de Colombia, los paramilitares reinaban en el casco urbano, no por tener una base de apoyo entre la población, sino mediante el terror y obviamente, la complicidad de las autoridades militares y civiles. Luego de la “desmovilización” del Bloque Central Bolívar (uno de los bloques paramilitares más fuertes del país debido a su control del tráfico de drogas en varias partes del país), la historia de San Pablo no parece haber cambiado.

Según los habitantes del casco urbano y los campesinos de la zona alta, los paramilitares han ingresado nuevos combatientes al municipio; se cuenta de por lo menos dos nombres de grupos de desmovilizados rearmados, las “Águilas Negras” y el “Grupo Atracadores.” Ya se ha denunciado la presencia de hombres vestidos de camisetas de las Águilas Negras patrullando con el ejército en la zona alta – éste último, según confesiones de los mismos soldados a varios campesinos, en aras de despejar la zona de guerrilla para asegurar la entrada de “la multinacional”, posiblemente en referencia a la empresa aurífera Anglogold-Ashanti – y montando retenes en las entradas al casco urbano.

Mantienen una red de informantes en el pueblo, desde moto taxistas hasta vendedores ambulantes. Durante una sesión de la escuela de líderes de la Zona de Desarrollo Integral (ZDI), sostenida entre el 1 y 2 de diciembre, al lado del Barrio Las Palmas (conocido como el barrio de los paramilitares), un vendedor de helados apareció en la entrada, sonriente, pero observando a todos y escuchando el taller dictado sobre el Derecho Internacional Humanitario. Me contaron los campesinos presentes después que el “vendedor” era un paramilitar conocido en San Pablo.

El señalamiento a lideres comunales continúa. Días antes del inicio de la escuela, cuatro paramilitares armados irrumpieron en una casa donde se quedaba un líder de la ZDI, pidiendo su cédula y haciendo una requisa de la casa. Dijeron que estaban buscando a otra persona, pero antes de salir, profirieron una advertencia siniestra: “todas esas asociaciones [en referencia a la ZDI y la ACVC] son promovidas por la guerrilla.”

El los últimos dos días, los paramilitares han matado por lo menos 2 personas en las afueras de San Pablo. El mando de ellos anda en una motocicleta anaranjada en plena vista de la policía y ejército, ocupados repartiendo al campesino volantes con consignas contra la guerrilla. No ha habido ningún cambio en la relación entre las fuerzas públicas y el paramilitarismo. La única estrategia medio efectiva de mantener el pueblo callado ante el abandono del estado y la entrega de las tierras a la oligarquía y las multinacionales es someterlo a la violencia paramilitar.

Y decimos “medio efectiva” porque, contradictoriamente, el aparente dominio de los “paracos” en San Pablo no ha sido tan fácil. En 2004 y luego el 2005, el los habitantes hicieron levantamiento – popularmente llamados “Sanpablazos” – contra los paramilitares, la policía y la alcaldía. La primera vez, casi mataron al alcalde; en ambos instantes, el ESMAD de Barrancabermeja tuvo que intervenir, echando gases y balas de goma, hiriendo decenas y causando la muerte de una niña por asfixia. La guerrilla, también, ha representado un obstáculo insuperable en el Sur de Bolívar. Hace pocos meses, cuenta la gente, el segundo en comando del 24 frente de las FARC entró al casco urbano en un carro y mató a alias “Hugo”, el temido comandante paramilitar de San Pablo, en una cantina a la luz de día. La pregunta que surge aquí no es necesariamente cómo proporcionó la guerrilla este atentado en medio del casco urbano, sino cómo fue que el paramilitar pudo estar sentado tranquilamente en el pueblo? Los campesinos cuentan que segundos antes del asesinato, una patrulla de la policía pasó por la cantina, sin tomar acciones en contra del jefe paramilitar.

Cabe resaltar que la persistencia del paramilitarismo en San Pablo y el resto del país y la falta de voluntad por parte del gobierno realmente desmantelar este aparato sangriento obedece a que todavía no han logrado acabar la contrarreforma agraria ni silenciar el movimiento social. A lo largo del Río Magdalena, en el viaje de hora y media entre Barranca y San Pablo, vemos centenares de hectáreas sembradas de palma africana. El plan es sembrar unas 30.000 hectáreas en todo el Magdalena Medio. Los mismos paramilitares han declarado públicamente en otras zonas de Colombia que apoyan este macro-proyecto agroindustrial. Hasta tanto no consigan despojar al campesino de sus tierras, el paramilitarismo no se acaba.

Por lo tanto, es necesario que el gobierno realmente tome medidas para desmantelar el aparato paramilitar, empezando con el presidente, los generales y la clase dirigente. Las Zonas de Reserva Campesina (ZRC) son medidas importantes para asegurar un campo productivo de campesinos y detener el creciente latifundismo en el país, y sobre todo, en el Magdalena Medio. La inseguridad que viven los pobladores de San Pablo demuestra claramente que la desaparición del paramilitarismo en Colombia es todavía lejos de suceder.

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