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Quién es quién en la política

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7.09.05

El mundo político colombiano anda agitado por la polémica sobre las ‘talanqueras’ que algunos partidos y movimientos –como Cambio Radical y el flamante partido uribista nacido la semana pasada– han empezado a poner a los políticos que se supone tengan o hayan tenido vínculos con los paramilitares u otros grupos ilegales.

El tema saltó al primer plano con motivo de la presentación del Partido de la U, cuando uno de sus promotores, el ex ministro Juan Manuel Santos, anunció que allí no serán admitidas personas que tengan alguna relación con organizaciones fuera de la ley.

Ya antes de este episodio, la cuestión había cobrado vigencia cuando se reveló que las representantes Rocío Arias y Eleonora Pineda, que han reconocido su cercanía a algunos jefes paramilitares, intentaron tocar a las puertas de Cambio Radical, el partido del senador Germán Vargas Lleras, con la aspiración de formar parte de sus listas de candidatos al Congreso, y fueron rechazadas.

El paradójico caso de las dos representantes, que han sido firmes defensoras del Gobierno, plantea una cuestión de obvio interés para todos los que buscan llegar a las corporaciones públicas en vísperas de la campaña para los comicios de marzo. Pero, más allá de esto, ha puesto sobre el tapete un asunto sobre el cual es necesario y saludable que todas las organizaciones políticas adopten una posición.

El tema de los vínculos ‘non sanctos’ de los políticos no es nuevo en Colombia, y basta recordar el número de los que fueron a parar a la cárcel en años pasados por recibir dinero de los carteles de la droga. Más recientemente, ha estado flotando en el aire la sospecha que sembraron los jefes de las autodefensas Salvatore Mancuso y Víctor Castaño al afirmar que cerca del 30 por ciento del actual Congreso está integrado por ‘amigos’ de sus organizaciones. Algo que, por supuesto, está por probarse.

De cara a una campaña electoral que tendrá, entre otras novedades, la de volver al sistema de las listas de candidatos por partido o movimiento, la polémica a la que ha dado lugar el ‘veto’ a las fogosas parlamentarias Arias y Pineda tiene un aspecto positivo: el de introducir claridad en el espeso mundo de la política colombiana, donde no siempre se sabe bien quién es quién ni con quién anda.

editorial@eltiempo.com.co

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