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10.11.06
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Hace 15 días a Eduardo José Victoria, el nuevo gerente interventor de las empresas municipales de Cali (Emcali), le tocó tomar de su propia medicina. Estaba citado por el Concejo de la ciudad para que explicara el estado actual de la empresa, pero en medio de la sesión varios concejales le reclamaron por la calidad del agua. Y no es para menos, los caleños llevan más de un mes consumiendo agua turbia. Victoria replicó que a pesar de esto, el agua producida por Emcali es potable y apta para el consumo humano. No había terminado su frase cuando apareció en el recinto un vaso con el precioso líquido. “Si eso es verdad, por qué no se toma esta”, le dijeron los concejales. Después de preguntar si en efecto el agua era de Emcali y aclarar cuánto tiempo llevaba recogida, el gerente la probó y continuó su charla mientras iba consumiendo agüita amarilla.Esta anécdota es sólo una de las señales que, al comenzar noviembre, encendieron las alarmas en Cali. Además de la turbiedad del agua, se han presentado cortes del suministro en por lo menos el 80 por ciento de la ciudad. Pero sólo hasta cuando Julián Camilo Arias, director de la Corporación Autónoma del Valle (CVC), autoridad ambiental del departamento, anunció que de continuar el verano, en menos de una semana habría racionamiento de agua, el tema logró ocupar el primer plano noticioso.
En un informe enviado a Juan Lozano, ministro de Ambiente, y al gerente de Emcali, Arias advierte sobre el peligro en que se encuentra la ciudad si continúa la ausencia de lluvias. “Como consecuencia del prolongado verano, que tiene relación con factores climáticos globales como el fenómeno del Niño, desde julio de este año, tanto el río Cauca como sus tributarios presentan una disminución dramática en sus caudales”, dice Arias en su reporte. Agrega que esta situación fue especialmente crítica en el mes de octubre, cuando se registró el segundo caudal más bajo del río Cauca durante los últimos 60 años, comportamiento que tiene ampliamente documentado la CVC.
Su preocupación es entendible. El informe indica que el período seco se ha mitigado gracias a la regulación que del río Cauca realiza el embalse de Salvajina (ver video), ubicado en Suárez, departamento del Cauca, a una distancia de 143 kilómetros de las bocatomas del acueducto principal de Cali. De donde sale el agua que consume el 75 por ciento de la ciudad, algo así como 1.800.000 personas. Para evitar lo que sería una emergencia sin precedentes, de Salvajina han salido 530 millones de metros cúbicos entre julio y octubre, siendo su capacidad máxima de almacenamiento 900 millones. Gracias al agua de la represa es que los caleños no sufrieron una sequía mayor en estos tres meses.
Pero el agua de Salvajina también se está agotando. Debido a las descargas, el embalse se fue vaciando hasta llegar a su nivel mínimo en los 20 años que lleva de operación. Ahora sólo quedan 6,7 millones de metros cúbicos que corresponden al tres por ciento de lo que puede almacenar, un verdadero riesgo, ya que si no aparecen las lluvias, el agua se terminará en ocho días. “Esto dejaría a los caleños en una terrible situación, rezando para que llueva”, concluye Arias.
Fuente única
El problema del agua en Cali no es sólo una cuestión climática. Según Ignacio Restrepo, gerente de Acueducto y Alcantarillado de Emcali, con sus cuatro plantas de potabilización marchando a todo vapor puede producir 12 metros cúbicos por segundo y el consumo de los caleños sólo requiere de siete metros.
“Podemos cubrir la demanda hasta el año 2025, siempre y cuando tengamos agua”, aclara Restrepo. El dilema surge porque el 75 por ciento del agua que purifica Emcali, proviene del río Cauca. “Tal como está diseñado el sistema de acueducto, a pesar de ser moderno e interconectado, es dependiente de un solo río”, acepta Restrepo.
La semana pasada, cuando las condiciones de abastecimiento del agua en la bocatoma de las dos plantas que succionan el agua del Cauca estuvieron en su punto crítico, quedó claro que Emcali no cuenta con un plan de contingencia para contrarrestar la posible sequía que se avecina por la llegada del fenómeno del Niño. “Nunca antes nos había pasado esto. Esperamos que las condiciones climáticas cambien a favor, así mismo necesitamos que la Empresa de Energía del Pacífico (Epsa) utilice la menor cantidad de agua posible para que Salvajina se recupere y pueda equilibrar el caudal del río”, señala Restrepo.
Bernardo Naranjo, gerente de Epsa, sociedad que maneja Salvajina desde hace 11 años, dijo a SEMANA que de acuerdo con las proyecciones y estadísticas históricas, no cree que se llegue al extremo de tener que racionar el agua o la energía en Cali. Agrega que hace cinco días volvió a llover y hoy el embalse ha recuperado metro y medio de su nivel. También aclaró que “contrario a lo que piensa la gente y a pesar que el precio del kilovatio subió al finalizar agosto, tenemos funcionando una de nuestras tres turbinas y sólo al 60 por ciento”.
Es claro que para Epsa no es bueno que el agua de la represa se agote, pues pondría en riesgo su negocio, lo que los mueve a cuidar la cuenca alta del río Cauca, aunque no es su responsabilidad directa. “En los últimos 10 años hemos transferido a los 11 municipios del área de influencia de Salvajina, y a la Corporación Autónoma del Cauca, más de 24.000 millones de pesos que deben destinar por ley al saneamiento básico”, concluye Naranjo.
Sin embargo, el descenso en el caudal del río es continuo y trae consigo varios problemas para Cali, pues mientras menos agua, mayor concentración de sólidos y contaminantes, por lo que las plantas purificadoras de Emcali deben detener su operación. Ahí es cuando se presentan los cortes en el suministro. El otro problema se relaciona con los costos, pues es mucho más caro para Emcali producir agua potable en estas condiciones. Sin embargo, el gerente de acueducto destaca la óptima calidad de la que producen hasta ahora.
Sobre la turbiedad, Restrepo manifestó que es un tema coincidente, pero aclaró que no tiene relación con el problema del abastecimiento. Explica que el sedimento observado en el agua es el resultado de las mejoras que se le vienen haciendo a la red de tuberías, aprovechando la construcción del sistema de transporte masivo, MIO.
Sin embargo, en un informe de la Secretaria de Salud de Cali se afirma que de 73 muestras de agua tomadas en octubre, 63 resultaron aptas para el consumo humano y 10 solamente seguras. Esto, según el Área de Salud Ambiental, significa que el color amarillo y los sólidos flotantes no afectan la salud de la población, pero “generan un impacto visual y el rechazo para beber el líquido directamente de la llave”. La polémica sigue encendida, ya que este fenómeno coincide con un aumento inusitado en las enfermedades estomacales, reportado por varios centros de salud de la ciudad.
El gerente de acueducto de Emcali anunció que sacará a licitación, en febrero de 2007, un estudio para encontrar fuentes distintas al río Cauca, de donde proveer agua para Cali en el futuro. El proyecto completo requiere siete años y medio hasta que esté construido pero, según Restrepo, será la solución definitiva para cambiar el frágil y dependiente acueducto caleño.
Aguas arriba
Ahora cuando los caleños ven a la vuelta de la esquina la posibilidad de quedarse sin agua, ya que el Ideam pronostica que el próximo trimestre habrá un verano intenso, una pregunta retumba en sus mentes: ¿quién cuida la cuenca del río Cauca?
La respuesta no es sencilla porque son múltiples los factores que producen el deterioro del caudal de un río, pero las responsabilidades saltan a la vista. En el caso del Cauca y de todos los seres vivos que de él dependen, existe una amenaza latente por la contaminación que más de 10 millones de personas, que habitan en la cuenca, lanzan a sus aguas.
Esto lo está matando dicen varios expertos, entre ellos Pedro Nel Montoya, biólogo de la CVC, quien tiene la triste teoría de que los vecinos del río lo ven como el carro de la basura o el carro funerario. Antes de 1950 el río disponía de 135 madreviejas; depósitos de agua que deja el río cuando cambia su cauce; hoy tan sólo sobreviven 30 y de las 7.000 hectáreas que tenía la laguna de Sonso, el mayor pulmón con que cuenta el Cauca, hoy quedan 750. Sólo en la década del 90 se encontraron 120 cadáveres en su lecho; en seis años de la presente década esa cifra se sobrepaso con creces.
A partir de 1994 la Corporación Autónoma del Cauca (CRC) es la encargada de cuidar el río desde su nacimiento, en el páramo de las Papas en el macizo colombiano, hasta su entrada al Valle. El ingeniero Óscar Samboní, planificador de cuencas de esta entidad, señala que los más graves problemas del Cauca son la pérdida de cobertura vegetal, el avance de la frontera agrícola, los procesos erosivos y los asentamientos humanos cerca de su cauce. “Lo peor es la contaminación que le causa la actividad minera a su paso por el volcán Puracé, por lo que sus aguas se vuelven ácidas”, señala Samboní.
Pero una vez en el Valle el mayor proveedor de contaminantes para el río proviene de las aguas negras residenciales. Y aunque los desechos industriales son 300 veces más letales, debido a su origen químico, estos los recibe en menor proporción. A su paso por este departamento, el río arrastra más de 400 toneladas diarias de basura y desde sus riberas le arrojan más de 1.000 productos agroquímicos.
Este es el río que intenta purificar Emcali, que cuidan dos corporaciones autónomas y del que toman agua 1.800.000 caleños. La misma agua de la que se vale Epsa para producir su energía.
Seguramente los caleños seguirán sufriendo por la calidad y la cantidad del agua con que cuentan. Para detener esta amenaza tienen que unirse con sus vecinos del sur y los demás afectados, para que, como dice el alcalde de Sevilla, Óskar Salazar, quien se declara amante del río y dirige la Fundación Amigos del Río Cauca, “no dejen acabar el torrente que fue motor de su desarrollo y de los 183 municipios por los que en silencio, y sin quejarse por cómo lo tratan, aun corre”.