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Indebidas presiones a la Corte Constitucional

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13.09.05

A pocos días de que se produzca el fallo que ha de decir si el
presidente Uribe puede o no ser reelegido de manera inmediata, los demandantes
del acto legislativo número 2 de 2004 esperamos de manera desapasionada
por lo menos en lo que respecta al autor de esta nota la decisión
tome la Corte Constitucional.

Mientras esto ocurre, la gran oligarquía – este es el concepto clásico y
no el de burguesía o plutocracia – y sus voceros oficiales y oficiosos
presionan al alto tribunal, por todos los medios a su alcance, para que
la sentencia declare exequible la reforma constitucional, que con todos
los vicios y los trucos del poder, el Gobierno logró imponer.

Las presiones no son de ahora, pero se acentúan con frenesí, a medida
que el tiempo se agota y la fecha de la decisión se acerca. Recordarán
los lectores, la invitación que la embajadora en Madrid, Nohemí Sanín
la misma señora que propuso la reelección les hizo a los nueve
magistrados de la Corte Constitucional.

Tan pronto se presentaron la primeras demandas contra el acto
legislativo de la reelección, la anfitriona se propuso meter en el avión
presidencial a los nueve juristas que debían examinar la constitucionalidad de
su trámite en el Congreso de la República y llevarlos con todos los
gastos pagos a dar un paseíllo por las Cortes Reales y el Palacio de la
Moncloa.

El rechazo a tan subyugante invitación, fue unánime por parte de los
magistrados de la Corte Constitucional. ¿Por qué? Lo debía saber, alguien
que en su vida no ha hecho cosa distinta que gozar de los privilegios
del poder: la mujer del rey no sólo debe ser honesta, sino aparentar que
lo es.

Y a partir de entonces, las presiones colectivas e individuales
continuaron, hasta donde la opinión pública conoce. ¡Cuántas cosas sucederán
en las sombras de la noche y en las alfombras de los clubes!

Afortunadamente para esta sociedad, la rectitud y la independencia de
los magistrados de la Corte Constitucional son inquebrantables. Y es que
las presiones indebidas han llegado hasta la provocación personal de
los magistrados, con el inocultable propósito de conseguir que caigan en
la trampa de responder airadamente a las calumnias y a las injurias de
sus detractores, y así lograr que se declararen impedidos para votar la
reelección. Pero no han alcanzado su propósito.

El hostigamiento más procaz lo hizo la columnista de El Tiempo, Salud
Hernández, quien llegó a señalar al magistrado Jaime Araújo Rentaría
como autor de la filtración de un fallo de la Corte, a propósito del
enfrentamiento entre grupos paramilitares de la Costa Atlántica por el
negocio del “chance”. “Si hubiese que apostar por alguien -dice la señora
Hernández- el ex presidente del organismo, Jaime Araújo, un hombre preso
de una incontinencia verbal crónica, sería el favorito”. Luego lo acusa
de su desafecto con el Gobierno: “Está empeñado en una cruzada anti
uribista visceral que es incapaz de ocultar, como sería lo prudente” (El
Tiempo, domingo 7 de agosto).

Otra forma de presionar, es con el instrumento de las encuestas:
mostrar que el presidente Uribe no baja del 70% de popularidad, a pesar de
todas las pequeñeces y mezquindades de su política. A propósito de las
encuestas como mecanismo de presión, la periodista María Jimena Dussán
tituló su columna de El Tiempo (lunes 8 de agosto), La Corte no es
Teodolindo, y en su escrito se pregunta ¿qué le puede pasar al país si a ese
tribunal se le presiona para que no falle en derecho sino de acuerdo
con las encuestas?

Y después de analizar varios aspectos y de interrogar una y otra vez,
concluye que sería muy grave para el país, que por ese camino
aparentemente inofensivo, se estuviera “minando” e “irrespetando” la
independencia de la Corte Constitucional, como si este organismo fuera “una simple
réplica del Congreso y a considerar a sus magistrados tan maleables
como lo fueron Yidis y Teodolindo”.

De acuerdo con lo que ha trascendido al público, los nueve magistrados
acordaron un procedimiento que cosiste en registrar las ponencias pero
no dejar las copias en Secretaría, sino entregarlas a la mano a cada
uno de sus colegas de corporación.

Registradas las primeras ponencias, el 18 de agosto, El Tiempo lanzó su
carga de profundidad, en editorial del domingo 28 del mismo mes:
”Álvaro Uribe es irreemplazable”, es lo menos que dijo. Y agregó, con cierto
grado de desprecio por la composición de la Corte Constitucional: “El
país entero el político y el nacional está en vilo, a la espera de la
decisión de los nueve magistrados”.

Claro, la misma observación, no la hace el diario de los Santos -uno
Vicepresidente y el otro Director del uribismo-, cuando Álvaro Uribe, una
sola persona, toma las decisiones más oprobiosas para nuestra sociedad,
como involucrar al país entero en la invasión a Irak.

También señala el editorial que el acto legislativo demandado no tiene
objeciones de fondo, y que, en cuanto a los vicios de trámite, lo que
más se alega es la falta de un debate en una comisión. Pero la solución
sobre este vicio, la compensa El Tiempo, con el argumento de que “hubo
más de 300 debates sobre el tema”. Seguramente incluye entre los
trescientos debates, los propios editoriales anteriores y las consultas
diarias que la W le hace a sus oyentes.

Y como las presiones de agosto no fueron suficientes, el 1º. de
septiembre, el ex ministro estrella de Uribe, Fernando Londoño, disparó otro
cañonazo contra la Corte, en la página editorial de El Tiempo. Según
Londoño, el acto legislativo será declarado inexequible, y por eso el
título de su columna es de preocupación: Caída la reelección, ¿qué sigue?

Y a continuación descalifica a seis de los nueve magistrados. A tres,
porque “son de extrema izquierda, que han votado invariablemente unidos
en contra de todo lo que al gobierno le interesa”. A un cuarto
magistrado, porque “lo llevó y lo trajo por la vida el doctor Alfonso Gómez
Méndez”; al quinto porque “es hijo espiritual de César Gaviria”, y al
sexto jurista, porque “debe la magistratura al procurador Maya Villazón”.
El aparente tono pesimista de Londoño busca el efecto contrario: que los
seis magistrados a quienes descalifica, para quitarse el estigma de
anti gobiernistas, apoyen con su voto la reelección.

A la altura del domingo 4 de septiembre, El Espectador, vuelve a la
carga de las presiones, Esta vez consultando a 15 ex magistrados de
distintas tendencias políticas y de diferentes cortes, a quienes les hizo la
pregunta del millón. ¿La Corte Constitucional debe declarar exequible o
inexequible la reelección presidencial? De los 15, tres dijeron que la
Corte debe declarar exequible el acto legislativo; uno señaló que no
opinaba, pero que debía continuar Álvaro Uribe como presidente. Y los
once restantes, contestaron como lo debe hacer todo abogado sensato: el
fallo será en derecho y no se debe presionar a los magistrados.

La respuesta de los once ex magistrados no sólo es sensata sino
respetuosa, pues ni siquiera ninguno de los nueve juristas de la Corte
Constitucional, sabe en este momento cuál será el resultado del fallo, pues se
trata de una decisión difícil de tomar, no sólo por el tema mismo, sino
por la cantidad de variables que se pueden presentar.

A pesar de que siete de los nueve magistrados ya registraron ponencia,
falta lo más importante: el debate, que realizarán a partir del 20 de
septiembre. Es difícil predecir el resultado de la sentencia, por cuanto
cada magistrado tiene varios procesos y cada proceso tiene múltiples
cargos. Así que, un mismo magistrado puede llegar a concluir que ninguno
de los cargos de una demanda prosperó, y en consecuencia, el acto
legislativo es exequible, mientras que en otra proceso son de recibo uno o
dos cargos y por lo tanto, el acto demandado es inconstitucional.

Por todo lo anterior, es abusivo decir, como lo han señalado algunos
medios de comunicación, que tal o cual funcionario del alto Gobierno anda
muy optimista porque va ganando reelección, con un resultado de 7-2. De
la misma manera, es temeraria la proyección del ex ministro Londoño, al
hacer cálculos con base en el perfil político y en las amistades de
cada magistrado.

Sólo hay una certeza: el fallo será en derecho, pero traerá
consecuencias políticas. Frente a las consecuencias políticas, es donde los
sectores democráticos y de izquierda no se pueden equivocar.

Si el fallo le da vía libre a la reelección de Uribe, tenemos que
organizar la resistencia, y si declara inexequible el acto legislativo
demandado, tenemos que aprovechar los espacios de discusión y movilización,
con el objeto de construir un frente del más amplio espectro político,
con vocación de poder y con el propósito de buscar cambios definitorios
en la sociedad colombiana.

RAFAEL BALLÉN

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