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Lucha social contra la privatización del agua

3.03.07

www.agenciaenpie.org
Camilo Raigozo

El agua es la base esencial de toda forma de vida en nuestro planeta y tal vez en el universo. Es la parte fundamental de todos los organismos vivos y es el medio físico de multitud de ecosistemas de incalculable valor ecológico y social. En la actualidad, todos los ecosistemas (ríos, cuencas, lagos, humedales, bosques, páramos ciénagas, etcétera.), se encuentran seriamente amenazados por una gestión inadecuada de los recursos hídricos basada en modelos insostenibles de uso del agua.

Además de esos peligros, las voraces e insaciables ambiciones de los grandes capitales mundiales de querer apoderarse del agua del planeta para su exclusivo beneficio económico, tal como lo hacen con el petróleo, varias organizaciones sociales nacionales y extranjeras, vienen organizando un frente de lucha que se opone a tan diabólico plan, en el que las grandes masas humanas quedarían excluidas al acceso al vital liquido.

Es así como el pasado 24 de febrero, en el auditorio de las instalaciones de la Defensoría del Pueblo en Bogotá, cerca de un centenar de líderes de diferentes organizaciones sociales y barriales de la capital colombiana, se dieron cita para organizar la Campaña de Unidad Nacional en Defensa Del Agua y construir un Comité de Impulso, amplio, diverso y democrático, para promover un referendo de origen popular, que modifique la Constitución Nacional, con el objetivo de elevar el agua a la categoría de derecho fundamental de los colombianos. Es decir garantizar constitucionalmente que cualquier colombiano pueda acceder al suministro de agua, independientemente de su capacidad económica para pagar el costo del servicio.

Paradoja colombiana

Igualmente, se pediría que en la Constitución quede incluido que el servicio público de acueducto y alcantarillado, sea prestado exclusivamente por el Estado o por acueductos comunitarios sin ánimo de lucro en todo el territorio nacional. Así mismo, se busca establecer una especial y adecuada protección a los ecosistemas estratégicos del ciclo hidrológico.

Colombia vive la paradoja de ser uno de los países con mayores recursos hídricos del mundo, sin embargo, gran parte de su población padece la escasez del vital líquido. Hace solo dos semanas, en Quibdó, capital del departamento más lluvioso del mundo, Chocó, sus 150 mil habitantes no tuvieron agua potable y vivieron una grave situación de emergencia que aún no está solucionada. Según el Ideam, más del 70 por ciento de los colombianos no tendrán acceso al agua potable en el año 2025.

La oferta hídrica en Colombia es de 58 litros por segundo por kilómetro cuadrado. Cuatro veces el promedio suramericano y siete veces el promedio mundial. Esta abundante disponibilidad de agua no es utilizada para satisfacer las necesidades de los nacionales. Así, el país forma parte del problema mundial consistente en que a pesar de ser el agua un elemento natural renovable, es cada día más escaso. Regiones enteras del planeta se tornan áridas o padecen prolongadas sequías y cientos de millones de personas no disponen del líquido vital, por lo que los grandes consorcios ven en el agua una fuente de negocios y especulación financiera. Las políticas de libre mercado están convirtiendo las fuentes de agua en atractivo de las grandes multinacionales.

En el informe anual del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), del año pasado, este pidió a los gobiernos que reconozcan al agua como un derecho humano fundamental y que suministren a sus habitantes agua potable para evitar enfermedades. El mismo informe señala que más de mil millones de personas no tienen acceso a agua potable y, anualmente 1,8 millones de niños mueren como consecuencia de enfermedades ocasionadas por el consumo de agua sucia. El informe también sostiene, que las causas de la crisis del agua radican en la pobreza, la desigualdad social y las relaciones de poder sin equilibrios, y no tanto en la escasez del líquido.

Dictadura del capital financiero

Las fuentes de agua, las cuencas, los bosques, los páramos, los humedales y las aguas subterráneas, sagradas para los 82 pueblos indígenas que habitan el territorio colombiano, no sólo están amenazadas sino indefensas. El Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, como agencias oficiosas de la estrategia de las multinacionales, presionan la entrega en concesión de las fuentes naturales del líquido y de los sistemas públicos de acueducto y alcantarillado y los gobiernos obedientes a sus mandatos van adecuando la legislación a los mismos.

A partir de la Constitución Nacional de 1991 y la Ley 142 de 1994, se propiciaron políticas de privatización y concesión de acueductos, que hoy se quieren profundizar. De aprobarse una Ley del Agua, con base en un proyecto como el que fue presentado el año pasado, y se implemente el Tratado de Libre Comercio con los Estados Unidos, este vital elemento acabará siendo una mercancía más en manos de poderosas multinacionales que impondrán condiciones de mercado, similares a las que hoy tiene el petróleo.

Los colombianos no dispondrán de fuentes de agua, pero las multinacionales sí dispondrán de fuentes de jugosas ganancias. Vivendi, Suez, Aguas de Barcelona y otras transnacionales ya controlan importantes acueductos del país. La industria nacional, el agro y los sectores comercial y residencial, habrán de soportar los incrementos tarifarios y la dictadura que sobre el recurso ejercerá el capital financiero internacional.

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